T4E3 DICIEMBRE 2023
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Tiempo de lectura: 14 minutos.
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SALIR DE LO INMEDIATO: perdidas y daños
Hace ya tres décadas, durante la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro en el año 1992, centrada en el desarrollo sostenible, se vislumbraron en el horizonte tres procesos biofísicos críticos que planteaban riesgos globales: la desertificación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Para hacer frente a estas problemáticas, se crearon convenciones especializadas para cada proceso: las COP o Conferencia de las Partes. La más conocida de las tres, y la que más partes convoca (más de 200), es la que trata sobre el cambio climático.
La COP1, inaugural en Berlín en 1995, representó el primer debate a nivel internacional sobre los desafíos que representa el cambio climático y las estrategias para abordarlo. En este evento pionero, las partes acordaron iniciar estudios para comprender la situación climática global y comenzar a delinear las acciones necesarias para enfrentarla. Al día de hoy han acontecido 28 ediciones, esta última recientemente celebrada en Dubai.
¿Y qué resultados nos dejan estas tres décadas de reuniones? Si bien no todas fueron igual de relevantes, luego de la primera (que ya fue todo un suceso), podemos identificar varios hitos:
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En resumen, hace tres décadas se reconoció a nivel global la problemática cada vez más grave e inminente del cambio climático que requiere del compromiso de todos los países. Con el paso de las conferencias, se identificó que hay países con mayor grado de incidencia histórica en las emisiones de gases de efecto invernadero, que deben también ser responsables de reparar los daños ocasionados a aquellas poblaciones que menos han emitido y que, al mismo tiempo, son más vulnerables.
Pero, ¿a qué nos referimos con “poblaciones vulnerables”?
Pobreza y riesgo: la realidad de la vulnerabilidad
La vulnerabilidad se refiere a la predisposición de un individuo, grupo o sistema a ser afectado de manera desfavorable. Este concepto abarca varios aspectos, incluyendo la susceptibilidad a sufrir daño, así como la falta de capacidad para hacer frente y adaptarse a situaciones desafiantes o amenazas. La vulnerabilidad puede manifestarse en diferentes niveles, desde el individuo hasta comunidades enteras, y puede estar relacionada con diversos factores: económicos, sociales, ambientales o de salud.
Estas vulnerabilidades afectan de manera diferenciada a los sectores de menores ingresos, ya que se ven forzados a vivir en zonas de relegación urbana. Esto quiere decir que los sectores sociales con mayores ingresos ocupan las zonas más altas y centrales de la ciudad, y las poblaciones de menores ingresos se ven forzadas a habitar las zonas bajas sin servicios públicos básicos y donde existen altos riesgos de sufrir los efectos de eventos climáticos extremos. (1)
“La vulnerabilidad es una combinación de características de un grupo social derivada de sus condiciones sociales y económicas, relacionadas con una peligrosidad específica”(5)
La vulnerabilidad también es Ambiental
Las vulnerabilidades y el ambiente se interrelacionan en un contexto de desarrollo sostenible y cambio climático. En la esfera ambiental, las vulnerabilidades pueden surgir debido a la degradación del ambiente, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y el cambio climático. Es por esto que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están interconectados, como podemos ver en la siguiente imagen, abordando una amplia gama de desafíos, que abarcan desde la pobreza y la desigualdad hasta el cambio climático, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia. Estos objetivos abordan cuestiones relacionadas con el agua, saneamiento e higiene, la calidad del aire, la seguridad química y la acción climática.
¿Te preguntaste alguna vez cómo impacta realmente el ambiente en la salud de las personas? Te dejamos algunas cifras de los determinantes ambientales en las Américas, publicadas por la Organización Panamericana de la Salud:
. La comprensión de la vulnerabilidad es crucial en contextos como la gestión de riesgos, la planificación de emergencias y la formulación de políticas para abordar de manera efectiva los desafíos que enfrentan las personas y comunidades.
En la última edición, te hablamos sobre la importancia de tener un plan de adaptación al cambio climático que nos permita reducir la vulnerabilidad de diferentes sectores sociales, y por lo tanto, reducir los riesgos. Pero para poder reducir estas vulnerabilidades, el primer paso es identificarlas.
¿Cómo sabemos cuán capacitadas y preparadas están las distintas comunidades para hacer frente al peligro que representa el cambio climático y las consecuencias que esto implica?
A nivel nacional contamos con una herramienta dinámica para responder a esta pregunta. El Sistema de Mapas de Riesgo del Cambio Climático (SIMARCC) nos permite visualizar las zonas y poblaciones más vulnerables a los peligros que presenta el cambio climático, con el objetivo de brindar información a los tomadores de decisión para que puedan trabajar en las medidas necesarias para reducir dichas vulnerabilidades.
A la vez existen otras metodologías, como la desarrollada por el Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente (FFYL-UBA) denominado “Índice de Vulnerabilidad Social frente a Desastres (IVSD)” (2). Este índice permite mapear y visualizar territorialmente las condiciones de vulnerabilidad social de las comunidades e incluye 10 variables relacionadas a las condiciones económicas, sociales y habitacionales. Si este índice se cruza con algún evento climático como inundaciones u olas de calor es posible medir el riesgo al que están expuestos ciertos sectores sociales.
¿Y qué pasa cuando identificamos a los sectores más vulnerables?
No nos sorprende descubrir que son precisamente las regiones y comunidades que enfrentan mayores desventajas económicas y sociales, y a esto es a lo que llamamos “desigualdad climática”.
En el artículo “La desigualdad también es climática”, Carolina Vera, meteoróloga e investigadora del CONICET, afirma: “Entre 2010 y 2020 la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue quince veces mayor en regiones de alta vulnerabilidad que en regiones de baja vulnerabilidad. La resiliencia climática es desigual”.
No hay dos sin tres: el tercer pilar de la política climática
La agenda climática se fundamenta en dos pilares principales con el objetivo de reducir los impactos del cambio climático: la adaptación y la mitigación. Si bien una mayor acción en estas áreas disminuye las pérdidas y daños, se reconoce que las respuestas de la adaptación tienen limitaciones, influidas por factores biofísicos, institucionales, financieros, sociales y culturales (3). Esto implica que muchas veces los sistemas sociales y naturales ya no pueden ser protegidos de los riesgos a los que se enfrentan. En este contexto, el PNAyMCC define que “la política climática argentina debe fortalecerse abordando un tercer pilar: las pérdidas y daños asociadas al cambio climático, que representan tanto un riesgo futuro como una realidad presente.”
En una entrevista publicada en la plataforma de las Naciones Unidas, la Dra. Adelle Thomas, una de las autoras principales del informe de 2022 del IPCC sobre Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, y del Informe Especial sobre los 1,5°C, define a las pérdidas y los daños como “consecuencias negativas del cambio climático que suceden a pesar, o a falta de, la atenuación y la adaptación.” Posteriormente los clasifica en dos categorías principales: económicos (resultados negativos que pueden ser valorados monetariamente, como el costo de reconstruir infraestructura dañada por inundaciones o la pérdida de ingresos agrícolas debido a sequías) y no económicos (aquellos difíciles o imposibles de evaluar monetariamente, como el trauma causado por un huracán, la pérdida del sentido de comunidad por desalojos o la pérdida de biodiversidad). También aclara que estas PyD pueden ocurrir tanto por situaciones extremas, como olas de calor y tormentas; como por fenómenos de evolución lenta, como el aumento del nivel del mar o la acidificación de los océanos.
Un grado más de calentamiento, un escalón más en la desigualdad global
La desigualdad climática que leemos en el territorio nacional se refleja también en la escala global. Sabemos que los países que identificamos como desarrollados son quienes emiten la mayor cantidad de gases de efecto invernadero, mientras que las naciones más pobres, que a la vez son las que menos emiten, terminan siendo las más afectadas. (4)
¿Y qué se espera de cara al futuro?
Las proyecciones sugieren que el cambio climático intensificará la desigualdad a nivel mundial. Dependiendo de los indicadores de bienestar considerados, como salud, educación o ingresos, se observa que los países desarrollados pueden experimentar beneficios o perjuicios debido al calentamiento. Sin embargo, lo que no cabe duda es que las poblaciones más pobres casi siempre sufren.
Existen 2 razones que explican por qué las poblaciones más pobres son las más afectadas por el cambio climático (5). En primer lugar, porque tienen menos recursos para combatir sus efectos. En segundo lugar, porque el impacto del calentamiento varía según la temperatura local. Dado que las poblaciones más pobres tienden a vivir en regiones más cálidas, este efecto no lineal de la temperatura amplifica su vulnerabilidad.
Para entenderlo mejor, veamos la siguiente imágen:
Datos: world bank (2021) & Burke et al. (2015)
La primera imágen muestra los ingresos medios por persona en el mundo actual. Se observa que los países de regiones frías o templadas tienen ingresos medios mayores, mientras que los países de regiones más cálidas tienden a ser mucho más pobres. Esto coloca a las poblaciones pobres en una situación de desventaja frente al cambio climático, ya que suelen residir en áreas cálidas, donde el calentamiento tiene efectos particularmente perjudiciales. Las otras 2 imágenes, partiendo de un escenario de emisiones elevadas (+4 °C en 2100), muestra cómo se proyecta que el calentamiento aumente las tasas de mortalidad en todo el mundo y, bajo el mismo escenario, cómo se espera que altere el PBI por persona.
Según estas proyecciones, los lugares más cálidos sufrirán más en términos de salud y oportunidades económicas, porque las cosechas se verán afectadas y aumentarán las enfermedades. Mientras tanto, los lugares fríos suelen salir beneficiados, ya que el calentamiento podría mejorar las condiciones de salud y la productividad económica. En conclusión, vemos que el cambio climático profundizará la brecha global entre países ricos y países pobres.
Es justamente por eso que existe una responsabilidad ética y ambiental por parte de los países desarrollados para abordar los impactos del cambio climático y apoyar a las naciones menos desarrolladas que enfrentan desafíos climáticos debido a sus acciones históricas. El principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas», tal y como lo menciona el preámbulo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), y la capacidad económica de los países desarrollados, respaldan la idea de proporcionar financiamiento como una medida de equidad y justicia. Este apoyo financiero contribuiría a nivelar la balanza y permitiría que los países subdesarrollados implementen medidas efectivas de adaptación y mitigación.
¿Y entonces? ¿De dónde viene el financiamiento?
¿Y la moto? ¿Y la justicia climática?
En la COP27 del 2022, celebrada en Sharm El-Sheikh, Egipto, se debatió la responsabilidad de los países industrializados en apoyar financieramente a las naciones menos desarrolladas frente al cambio climático. En esta línea, se estableció el Fondo para Pérdidas y Daños (FLD) como un primer paso hacia el artículo 8 del Acuerdo de París, cumpliendo así con una larga demanda de justicia climática. Este fondo, aparte de los recursos destinados a adaptación y mitigación, tiene como objetivo abordar las pérdidas y daños específicos ocasionados por el cambio climático, incluyendo eventos extremos y cambios graduales, subrayando la necesidad de comprensión, medidas y respaldo a través del Mecanismo Internacional de Varsovia para las Pérdidas y los Daños.
De la misma manera, el artículo 8 del Acuerdo de París sobre Pérdidas y daños reconoce la importancia de evitar, reducir al mínimo y hacer frente a las pérdidas y los daños relacionados con los efectos adversos del cambio climático, a la vez que destaca la contribución del desarrollo sostenible a la disminución del riesgo de pérdidas y daños. Además de esto, insta a las partes a reforzar la comprensión, las medidas y el apoyo, incluyendo la participación a través del Mecanismo Internacional de Varsovia para las Pérdidas y los Daños. Todo esto enmarcado en la lucha contra los impactos climáticos.
El objetivo de los 100.000 millones de dólares…
Existe cierta desconfianza por parte de los países en desarrollo en la voluntad de los países desarrollados a la hora de cumplir con el objetivo del Acuerdo de París, acordado políticamente en Copenhague en 2009, por el monto de 100.000 millones de dólares anuales. Una de las principales razones es el incumplimiento por parte de estos últimos al no alcanzar la meta de proporcionar dicha suma anual para el año 2020.
Según los recientes sucesos en el marco de la COP28, la puesta en funcionamiento del nuevo Fondo para hacer frente a las pérdidas y daños ya tiene algunos compromisos: la Unión Europea anunció una contribución por 246 millones de dólares, los Emiratos Árabes Unidos han prometido 100 millones; Reino Unido prometió al menos 51 millones, Estados Unidos 17.5 millones y Japón 10 millones. En el comunicado de cierre, la presidencia anunció que las promesas de dinero para el fondo reúnen alrededor de 700 millones de dólares que estarán bajo el control del Banco Mundial de forma provisoria mediante préstamos a las naciones que lo necesiten y se nutrirá de donaciones que no serán obligatorias. Esto último implica un retroceso tanto respecto a los compromisos financieros anteriores como también a un monto irrisorio, ya que para afrontar las consecuencias del cambio climático en los países más vulnerables se necesita, por lo menos, triplicar esa cifra.
Otro punto importante es que la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos acojan la secretaría de la Red de Santiago para Pérdidas y Daños. Así, la asistencia técnica a los países en desarrollo y, en especial, a los más vulnerables será impulsada desde esa plataforma.
Estamos llegando al final de esta edición… y nos preguntamos si efectivamente habrá algún avance hacia la descarbonización de los países desarrollados, porque llama la atención que la COP28 se haya realizado en Emiratos Árabes Unidos, uno de los mayores productores de petróleo del mundo. ¿O será que el telón de fondo de estas cumbres es justamente usar el espacio para avanzar con negocios que nos están llevando al colapso? No solo la industria petrolera es la que sale ganando, sino también la nuclear, ya que al inicio de la cumbre 22 países, mayormente de Europa, firmaron un acuerdo para triplicar la capacidad de generación de energía nuclear para el año 2050. Además de esto, en Marzo se celebrará en Bruselas la primera cumbre de energía nuclear, lo que habilita la siguiente pregunta: ¿es posible avanzar en la transición sin apostar a la energía nuclear?
Cada año que pasa sin que se eliminen los combustibles fósiles, es un paso más hacia el abismo climático.
En este news intentamos contarte por qué los países más vulnerables son quienes más sufren las consecuencias del cambio climático, quienes menos han contribuido con esta situación y quienes más necesitarán apoyo financiero para afrontar lo que se viene. Argentina no escapa a esta situación, pero con un nuevo gobierno en cuya agenda “el cambio climático no existe”, será muy importante que desde la sociedad exijamos el cumplimiento de los acuerdos internacionales en materia de adaptación, mitigación y financiamiento. Quizás estamos atravesando un momento en la historia en que hay que recomponer el lazo social para defender nuestros bienes comunes (agua, tierra, bosques) o lo que queda de ellos.
Nos quedaron muchas preguntas sin responder: ¿Qué se puede hacer si se niega el cambio climático? ¿Tienen algún rol las organizaciones civiles si el estado está ausente? ¿Cuál será el rol del ambientalismo? Con un estado ausente, ¿Quién se haría cargo frente a un desastre climático? ¿Qué rol cumple el ministerio de ambiente? ¿Quiénes van a la COP? ¿Cómo afecta el negacionismo a las vulnerabilidades? Serán cuestiones a tratar el año próximo…
Fuentes:
- Merlinsky G., 2021. Toda ecología es política. Las luchas por el derecho al ambiente en busca de alternativas de mundos. Siglo veintiuno editores. Buenos Aires, Argentina.
- Herrero, Ana Carolina; Natenzon, Claudia y Miño, Mariela, 2018. Vulnerabilidad social, amenazas y riesgos frente al cambio climático en el Aglomerado Gran Buenos Aires. Documento de Trabajo N°172. Buenos Aires: CIPPEC.
- IPCC, 2014. AR5 Synthesis Report: Climate Change 2014 – Topic 2: Future Climate Changes, Risk and Impacts.
- Robbie M. Andrew y Glen P. Peters, Zenodo, 2021. The Global Carbon Project.
- Greta Thunberg, 2022. El libro del clima. 3.17 Calentamiento y Desigualdad.
- United Nations Climate Change UNFCC – https://unfccc.int/
- Barrenechea, J. et. al (2000). Una propuesta metodológica para el estudio de la vulnerabilidad social en el marco de la teoría social del riesgo. Cuartas Jornadas de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Naturaleza de nuestro corazón
En esta edición vamos a usar esta sección para hacer un poco de autobombo. Estamos próximos a volver con nuestra querida sección #AhoraLeemos
Si no la conoces te dejamos el link de Spotify para que vayas a escuchar algunos de los fragmentos que compartimos a fines del año pasado. Se viene una versión renovada 🙂
Llegamos al final.
Eso es todo por hoy. Esta entrega fue el resultado de un trabajo en equipo. Esperamos que lo hayas disfrutado, como nos pasó al hacerlo.
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Esta fue la tercera edición de esta serie de newsletter…
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