OCTUBRE 2023
Newsletter. Invitacion a visita guíada
Tiempo de lectura: 10 minutos.
Este artículo formó arte de la campaña de invitación a nuestra tercera visita guíada: «La historia Ambiental de Buenos Aires» junto con Luciana Peirone y su plataforma @Camexplorativas. Estas visitas son experiencias que te invitan a mirar la ciudad desde una perspectiva ambiental, combinando una caminata con historia y aprendizaje sobre la biodiversidad urbana. Si queres estar al tanto de las proximas que se hagan, seguinos en redes, @ahoraque_ok. Mientras tanto, Podés bancarnos con un cafecito para que podamos seguir mediando (con)ciencia.🌎
"Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los españoles llegaran a las tierras que recorre el Río Paraná, vivían allí los guaraníes. Entre esta comunidad, destacaba una joven llamada Anahí, cuya voz era un regalo de Tupá, el dios supremo de aquellos pueblos. Dicen que su canto era tan hermoso que las aves mismas envidiaban su melodía. Su nombre, "Anahí," en guaraní, significaba "la de la voz de pájaro."
Un día, una gran agitación se apoderó de la comunidad guaraní. Los pobladores se preparaban para enfrentar una amenaza inusual: hombres vestidos con trajes brillantes, portando flechas que arrojaban fuego. El cacique, el padre de Anahí, no sabía si eran enviados del genio del mal o del bien, o simplemente hombres como ellos, pero decidió que no serían esclavos de los colonizadores.
Los guaraníes, en valiente resistencia, lucharon toda la noche contra los españoles, pero al amanecer, tuvieron que retirarse derrotados, con sus muertos en el campo de batalla. Anahí, preocupada por su padre, salió en su búsqueda, solo para descubrir que él había caído en combate. Siguiendo las tradiciones, el cacique fue enterrado en las tierras sagradas, acompañado de un apacible canto como el que solía escuchar cada mañana.
Después de la derrota, los sobrevivientes se reunieron para elegir un nuevo cacique. Algunos propusieron entregarse a los españoles y ser sus esclavos, mientras que Anahí, desde una roca, y con una con una voz llena de pasión, instó a luchar por la libertad. Prometió liderarlos en la resistencia, formar un ejército y luchar contra los invasores. Los guaraníes, conmovidos por las palabras de Anahí, decidieron luchar.
Sin embargo, un día Anahí descubrió al centinela español que había matado a su padre y juró vengarse. Una noche, aprovechando la oscuridad, Anahí se acercó al centinela y logró disparar una flecha que hirió gravemente al hombre, quien gritó de dolor, alertando a los españoles que acudieron en su auxilio. Tras este acto, prepararon un plan para capturar al cacique de la tribu. Se habían imaginado al cacique como un gigante temible, pero la sorpresa fue grande cuando se encontraron con que era una joven de baja estatura. Aun así, decidieron condenarla a la hoguera por su accionar.
En el momento de su ejecución, algo extraordinario sucedió: Las llamas se despegaron del suelo y se elevaron hasta la copa del árbol, llevando a la joven envuelta en un manto de fuego... Y al llegar arriba, las brasas ardientes se introdujeron entre las ramas con un violento chisporroteo. El espectáculo de aquel incendio que iluminaba la copa del árbol hasta las puntas de las hojas, sin quemarlas, les produjo tanto asombro que huyeron hacia el campamento. El lugar quedó desierto
Mientras tanto, un guaraní que se había ocultado entre unos matorrales, también vio lo ocurrido y corrió a contárselo al brujo de la tribu. - Es la mano de Tupá – dijo el hechicero - que eleva el alma de Anahí para llevársela consigo. Condúceme hacia ese lugar - le pidió. Como ya amanecía, se acercaron cautelosamente para evitar que los españoles pudieran verlos. Al llegar al lugar las llamas se habían extinguido y ahora el árbol ostentaba su copa repleta de flores muy singulares que nunca nadie había visto antes. Tenían la forma de las ‘lenguas’ de la llama que envolvieron a Anahí. Eran rojas como su sangre. Eran las flores del ceibo"
Este relato es una versión resumida de la ‘leyenda del ceibo’ (1). La protagonista, una planta cuyo nombre científico es Erythrina crista-galli, es la flor nacional de Argentina y Uruguay. Los guaraníes la llaman ‘Zuïnandí’ y solían usar el color rojo intenso de sus flores para teñir las fibras que tejían en sus telares.
Si esta planta es tan esencial para la identidad de estos lugares, ¿por qué sabemos tan poco acerca de ella? Esto se debe a que los procesos de colonización nunca vienen solos, sino que también incluyen maneras sutiles y drásticas de reemplazo de saberes y flora autóctona. La historia cultural y ambiental de Buenos Aires, y varias otras ciudades, se construyó sobre una identidad importada y el olvido (o incluso rechazo) de prácticas autóctonas. El paisaje nunca permanece inmune a los cambios culturales. Naturaleza y cultura bailan un tango al que llamamos paisaje biocultural.
El paisaje biocultural, cual alfarero, moldea con la tierra nuestras identidades locales. Pero estas no son inquebrantables. En más de una ocasión se ha vuelto a rebatir, ablandado y reformado para adaptarse a los gustos de la época. En Argentina, el proceso de transformación del país, en gran medida orquestado por la denominada «Generación del 80», implicó un borrón y cuenta nueva en búsqueda de un nuevo faro moral y estético. La impronta que dejaron sobre el espacio urbano tenía perfume francés. Pero antes decidieron darle una lavada de rostro a toda identidad criolla, para así generar unos nuevos cimientos. El paisaje no fue ajeno a tales cambios y las calles se poblaron de jardines geométricos y árboles traídos de otras latitudes acordes a los modelos urbanos y paisajísticos desarrollados por profesionales que nunca pisarían el país.
Es así que tenemos una diversidad de flora donde domina lo exótico y se ignora el valor de la flora nativa, así cómo su integración, bien entrelazada, con toda la diversidad de vidas de la región. Aunque vale la pena aclarar que ni Buenos Aires ni Argentina fueron excepciones a la regla, varias ciudades del mundo encararon procesos de homogeneización del paisaje similares.
Lo que caracteriza a Buenos Aires es que está en una encrucijada biogeografíca (2). Este aspecto le da una rica diversidad de ambientes y especies que la habitan, Mucha de esta riqueza biológica permanece ajena a nuestro conocimiento. ¿Cómo se puede tener memoria de lo que no se conoce?. “La memoria es lo que nos permite como humanidad ser conscientes de nuestra historia individual e histórica. La memoria nos permite valorar, recordar, adquirir aprendizajes y eso algo muy valorado en nuestra sociedad” (3). La memoria biocultural promueve el rescate de diversos conocimientos, lenguajes, valores y modos de entender el mundo.
El entorno en el que vivimos debería contribuir al fortalecimiento de nuestra memoria. El escritor y filosofo Guy Debord llama psicogeografia a la forma en que el entorno que rodea a un individuo va creando su subjetividad (4). Si lo llevamos a lo urbano, se parece mucho a la frase del urbanista Jan Gehl: “Primero moldeamos nuestras ciudades y luego ellas nos moldean a nosotros”. Entonces, si nuestras ciudades influyen en nuestras experiencias, ¿qué tipo de ciudades hemos creado para el siglo XXI? ¿Es el espacio público simplemente un área de tránsito entre lugares cerrados? ¿Consideramos a las plantas únicamente por su valor estético? ¿Los animales permitidos en la ciudad se limitan a aquellos que no nos causan problemas?
¿Y si en realidad todo esta conectado y las ciudades se sostienen en y por la naturaleza?
«El espacio público se constituye desde las múltiples relaciones sociales que vinculan microorganismos, animales, hongos vegetales -es decir, todos agentes- que transforman la idea de ciudad como nicho humano hacia el entendimiento de esta como un ecosistema (…) Tensionando la concepción de que solo los ecosistemas naturales son sustento de vida» (5)
¿Podría la observación ser una estrategia para el cuidado y la restauración? ¿Podrían antiguas leyendas guaraníes recordarnos valores ancestrales? ¿Es posible que, en medio de la jungla de cemento, existan espacios liberados del dominio humano, abiertos al diálogo? No tengo las respuestas, pero me gusta imaginar que sí.
Por eso este correo es una leyenda + una reflexión + una invitación. Una reflexión a que no basta con criticar a políticos que parecen sentirse más identificados con España que con Argentina, sino que es igualmente importante conocer las formas (de vida y de culturas) que hacen que este territorio tenga muchas mas realidades que solamente las de quienes llegaron en los barcos.
Por último, es una invitación a caminar la ciudad, y de ser posible queremos que lo hagas con nosotros a través de nuestra última edición del año de «La Historia Ambiental de Buenos Aires». En alianza con Caminatas Explorativas volvemos a explorar la ciudad y descubrir más sobre ella. ¿Qué aspectos del paisaje original quedan de Buenos Aires? ¿Queremos conservarlos? ¿Qué podemos recuperar? ¿Cómo se relacionó la ciudad con la naturaleza? A través de un repaso del pasado vamos dando algunas posibles respuestas a estas preguntas y, a la vez, permitimos que nos surjan otras. El recorrido culmina en la Reserva Costanera Sur con una actividad a cargo de la bióloga Lu Peirone, donde vamos a jugar con lupas y aprender sobre líquenes, funga y algunas cositas más.
Fuentes:
(1) Wais de Badgen, I. Reserva Ecologica Costanera Sur
(2) Fernandez & Garay (2013). Biodiversidad Urbana
(3) Revista Endémico (2022)
(4) Audre Lorde. (2023). El fenomeno natural de la ciudad. En Revista Endémico
(5) Fierro, C. (2023) Enredos e interacciones multiespecie en los baldíos urbanos. Revista Endémico
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