Por Juan I. Arroyo
El problema que enfrenta la sociedad moderna es similar al de un agente de la bolsa de valores de Wall Street que acaba de tener un infarto. Su trabajo y su estilo de vida lo llevan a consumir sustancias nocivas en exceso. O cambia su estilo de vida o muere. Vamos a acompañar al agente por su recorrido por los distintos consultorios médicos para comprender todos los diagnósticos y prescripciones que le van a realizar. Nuestro agente se llama Sr. Progreso y su médica de cabecera es la Dra. Ciencia.
“El cuento del clima” es una trilogía que recorre las principales discusiones sobre el cambio climático. La “Parte I: Tenemos un problema, Houston” se dedica a recorrer distintas posturas respecto a las causas del problema. Una vez detectada la causa principal, la “Parte II: Somos lo que comemos” se dedica a explicar de qué estamos hablando cuando hablamos de energía. Hay demasiados mitos al respecto y es necesario asentar ciertas bases. Finalmente, quedan las puertas abiertas para que en la “Parte III: Demasiadas solu-confusiones” podamos recorrer los debates sobre las principales propuestas para resolver el problema. Espero que te entretengas, que aprendas y que entiendas que el final de esta historia está abierto y lo podemos escribir si nos involucramos.”
El cuento del clima: PARTE I
Índice
PARTE I: Tenemos un problema, Houston
1. Un error fatal
2. Es la energía, estúpido
PARTE II: Somos lo que comemos
3. Somos lo que comemos
4. Un cambio de dieta
PARTE III: Demasiadas solu-confusiones
5. Demasiadas solu-confusiones
1. Un error fatal
“De los errores se aprende” – un padre consuela a su hijo al haber encontrado pinchada su pelota de fútbol, después de haberla tirado por décima vez al patio del vecino cascarrabias-. Como vivo equivocándome, soy un defensor de esa frase y la aplico en mi vida cotidiana constantemente. Entiendo que los humanos, por naturaleza, aprendemos a prueba y error.
El problema sucede cuando los errores generan algún daño irreparable del cual es muy tarde para aprender.
El ejemplo que para mí mejor ilustra este comportamiento, es que primero hayamos desarrollado autos capaces de llegar a los 150km/h, para que recién en 1948 (varios años después) nos diéramos cuenta de que debíamos equiparlos con cinturones de seguridad para no morir al chocar (diez años más tarde, en 1958, se diseñó el cinturón de tres puntos como lo conocemos actualmente, protegiendo no sólo la cadera del conductor sino también su parte superior). En Alemania Occidental, por ejemplo, los cinturones de seguridad empezaron a ser obligatorios en los autos recién en 1976 (Museo de Mercedes Benz, Stuttgart, Alemania).
Con respecto a la crisis ambiental en general, y climática en particular, este método de aprendizaje me preocupa, porque si chocamos intentando resolverla estaríamos perdiendo nuestra última oportunidad. No podemos darnos ese lujo.
La ciencia y la política ya establecieron la pared contra la que no debemos chocar. En diciembre del 2015, 195 naciones firmaron el acuerdo de París, comprometiéndose a «mantener el aumento de la temperatura promedio global por debajo de los 2ºC respecto de los niveles preindustriales y realizar esfuerzos para limitar dichos aumentos de temperatura a 1.5ºC» (IPCC, 2014).
Pensé en una analogía respecto a esto y la quiero compartir. Podríamos pensar que el problema que enfrenta la sociedad moderna es similar al de un agente de la bolsa de valores de Wall Street que tuvo un infarto. Su trabajo y su estilo de vida lo llevan a consumir sustancias nocivas en exceso. Durante sus largas jornadas laborales, consume energizantes y drogas para mantener un alto rendimiento. Los ansiolíticos lo ayudan a reducir sus niveles de ansiedad y poder conciliar el sueño, mientras que el alcohol es su vía de escape para divertirse un rato (si te imaginaste el personaje de DiCaprio en ‘El Lobo de Wall Street’, estamos pensando lo mismo).
Para hacer que el cuento sea más entretenido, vamos a ponerle nombres a los personajes. Nuestro paciente se llama «Señor Progreso» y la médica «Doctora Ciencia». Cada vez que el Señor Progreso consume una nueva sustancia se acumulan toxinas en su organismo. Lo que la sociedad moderna está consumiendo son combustibles fósiles y lo que se acumula en la atmósfera son gases de efecto invernadero (GEI), los cuales permiten la entrada de luz pero bloquean la salida de calor, incrementando la temperatura media global.
A pesar de que el Sr. Progreso se dio cuenta de que haber comenzado a consumir drogas fue un error, podría estar en un punto en el cual el daño causado sea irreversible. Este punto se lo conoce como «punto de no retorno” (o tipping point) y según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) se ubica entre los +1.5ºC y los +2ºC respecto a los niveles preindustriales. Está claro que lo que nuestro paciente debe hacer es dejar de acumular toxinas en su organismo lo antes posible, pero su dependencia es tan grande que le resulta algo muy difícil de hacer.
2. Es la energía, estúpido
Para ayudarlo en su tratamiento, la médica envía al Señor Progreso a hacerse algunos análisis. También le pide que haga una lista y detecte en qué circunstancias consume cada sustancia, para entender mejor qué hábitos debe cambiar. Vamos a seguir el camino de la médica y hagamos ese análisis para el clima. Nuestra idea es detectar cuáles son las actividades principales que generan emisiones de GEI para saber qué debemos modificar.
Voy a volver a nombrar a DiCaprio, pero esta vez no por su personaje del Lobo de Wall Street, sino por su rol como embajador de la Paz de la ONU. En su documental, “Antes de que sea tarde”, dice:
“Todos nuestros modos de transporte (botes, trenes, autos, aviones), la forma en la que producimos nuestra comida, la forma en la que construimos nuestras ciudades y casi todo lo que hacemos emite gases de efecto invernadero, y eso cambia el clima”.
Leonardo DiCaprio
Claramente, decir que “todo lo que hacemos cambia el clima” no es muy orientativo si queremos pensar en qué variables debemos ajustar para solucionar el problema. Es como que la doctora le diga a nuestro amigo que «debe cambiar todo lo que hace» si pretende seguir con vida. Imposible.
Para orientarnos mejor, podemos desagregar las fuentes de emisión de GEI por sector económico. Tomando los datos de la Environmental Protection Agency (EPA) de Estados Unidos, para el año 2010 vemos:
Globalmente, bajo esta desagregación los dos grandes sectores que contribuyen al cambio climático son: la generación de electricidad (~25%) y la alimentación y el uso de suelos (~24%). Luego siguen la industria (~21%) y el transporte (~14%).
El reconocido investigador ambiental Jonathan Foley utiliza este mismo gráfico en una publicación en su blog, llegando a la siguiente conclusión:
“La principal fuente de emisiones globales proviene de la quema del carbón, petróleo y gas natural para generar electricidad, pero la alimentación y el uso de tierras casi le empata. Lo que este gráfico muestra es que hay muchas cosas diferentes que contribuyen al cambio climático, no sólo quemar combustibles fósiles”
Jonathan Foley, 2020.
Ahora bien, como economista aprendí que uno puede hacer que los números cuenten la historia que uno quiera, simplemente cambiando la forma en la cual se los presenta. Vamos a ver la misma información de otra manera para ver si podemos ayudar al Señor Progreso a llegar a diferentes conclusiones. En este caso, vamos a ver la desagregación por grandes sectores que hacen en la plataforma Climate Watch Data, para el período 1990-2016:
Lo que vemos en este gráfico es el aporte de cada sector al total de la torta a lo largo del tiempo. Podemos ver que en esta forma de presentar la información, ya no tenemos al sector de “generación de electricidad” que ocupaba el 25%, pero sí uno nuevo: energía, que ocupa el 73% en el 2010.
¿Cuál es la diferencia?
Que la electricidad es sólo una de las varias formas de energía, no la única.
La matriz energética total está compuesta por todas las fuentes primarias de energía, las cuales toman muchas formas, incluyendo energía nuclear, fósil (como petróleo, carbón y gas natural) y fuentes renovables como viento, solar, geotérmica o hidroeléctrica. Estas fuentes primarias pueden ser transformadas a electricidad (energía electromagnética o radiante), una fuente secundaria de energía que alimenta nuestros hogares y negocios mediante inmensas infraestructuras de transmisión (definición de US Department of Energy)*. En otras palabras, bajo este criterio, la energía secundaria es «toda aquella que tiene algún tipo de transformación» (en el caso de la solar fotovoltaica, por ejemplo, se transforma la energía solar en eléctrica).
Sin embargo, no siempre usamos las fuentes primarias para generar electricidad. Algunas actividades humanas, como el transporte y la calefacción de hogares, pueden funcionar sin electricidad, mediante la quema de algún combustible fósil como el petróleo o el gas natural (los motores a combustión de los autos, barcos o aviones se alimentan de distintos tipos de petróleo refinado, mientras que un sistema de calefacción puede quemar gas natural).
Entonces, podemos usar estos combustibles fósiles directamente para alimentar distintas actividades humanas o podemos también quemarlos para producir electricidad. De hecho, eso es lo que hacemos. La electricidad mundial se produce principalmente mediante la quema de carbón y luego mediante el gas. Entonces, cuando hablamos de energía, es muy importante distinguir entre matriz energética y matriz eléctrica. La segunda es una parte de la primera, la cual es mucho más amplia y además incluye todas las fuentes de energía disponibles. Dicho de otra manera: la electricidad es sólo una parte de nuestro consumo energético.
Esta diferencia que mencionamos entre energía primaria y secundaria es clave.
En el libro “Beyond Smoke and Mirrors: Energy for the 21th century”, Burton Richter, lo explica de la siguiente manera:
“La distinción entre energía primaria y la energía directamente utilizada por nosotros es muy importante. La energía primaria es el contenido energético total de combustible utilizado directamente para producir otras formas de energía. Las emisiones provienen principalmente de la generación de energía primaria, mientras que nosotros utilizamos un mix de energía primaria y secundaria. Por ejemplo, la electricidad es una fuente de energía secundaria y tiene que haberse hecho de algo más (no hay minas de electricidad). La electricidad se produce en plantas que usan algún tipo de combustible (carbón, gas), o en reactores nucleares, plantas eólicas, solares, hidroeléctricas, etcétera. La electricidad, entonces, no es energía primaria. (…) Al conducir un auto eléctrico no estás utilizando gasolina ni emitiendo GEI directamente, pero haber producido la electricidad necesaria para cargar las baterías para mover el auto sí emitió gases. ¿Cuántos? Dependerá del mix de combustibles que se hayan utilizado para producir la electricidad.”
Burton Richter, 2010.
Quien quiera saber cuáles son las fuentes que utiliza su país para generar electricidad puede hacerlo fácilmente visitando el sitio web de la International Energy Agency (IEA). En el siguiente gráfico, podemos observar cuáles son las fuentes que está utilizando el mundo en las últimas décadas:
Podemos notar algunas cosas: 1) Duplicamos la demanda de electricidad en poco más de dos décadas, 2) el carbón -desde que se inventó la electricidad- es la principal fuente de generación mundial. Luego siguen el gas natural, la energía hidroeléctrica y la nuclear, 3) el aporte de las energías renovables como la solar y la eólica todavía es minúsculo (no llega al 3% de la energía total).
Mientras que usar electricidad no emite GEI, haberla producido sí lo hace. Para reducir nuestras emisiones de GEI tenemos que reducir nuestras emisiones de nuestras fuentes primarias de combustibles” (Richter, 2010).
Ahora que sabemos esto, volvamos a la conclusión de Foley en su artículo:
“La principal fuente de emisiones globales proviene de la quema del carbón, petróleo y gas natural para generar electricidad, pero la alimentación y el uso de tierras casi le empata. Lo que este gráfico muestra es que hay muchas cosas diferentes que contribuyen al cambio climático, no sólo quemar combustibles fósiles”.
Cabe preguntarnos, ¿de dónde provienen las emisiones de GEI de cada sector? Dicho de otra manera, ¿para qué quemamos combustibles fósiles? ¿Sólo para generar electricidad? La respuesta es que no. Quemamos combustibles fósiles para hacer casi todo lo que hacemos. En casi todo el mundo el petróleo domina el transporte, el carbón la generación de electricidad y el gas la calefacción de hogares y edificios.
Esta es la diferencia entre ambos gráficos. En el primero, miramos cuántas emisiones genera cada sector y punto. En el segundo, nos preguntamos cómo es que estas emisiones son generadas, y vemos que la mayoría de ellas son generadas debido a la utilización de combustibles fósiles.
Entonces, cuando decimos transporte estamos diciendo energía, cuando decimos electricidad estamos diciendo energía y cuando decimos calefacción también estamos diciendo energía. Todas estas actividades pueden ser englobadas bajo esta misma categoría.
Con este nuevo agrupamiento podemos ver que las causas del problema son la energía que usamos para mover la economía global y las prácticas agropecuarias (dentro de la agricultura, el uso de fertilizantes es la principal fuente de óxido nitroso y la ganadería es la principal fuente de gas metano). El problema es solucionable, pero la solución requiere acción global.
«No existen soluciones separadas, una para el Norte y una para el Sur; o encontramos una solución global o no habrá ninguna solución.»
Gilberto Gallopin, 2004.
Como dije antes, los datos se pueden usar para contar la historia que cada uno quiera contar. La desagregación por sectores económicos que hace Foley es útil para entender el potencial de los distintos sectores que debemos descarbonizar, pero no debe usarse para subestimar la importancia de la quema de combustibles fósiles al problema. Entendiendo que todos los sectores económicos se alimentan de energía, y que esa energía proviene de combustibles fósiles, llegamos a otra forma de contar la historia: el cambio climático es, principalmente, un problema de energía.
Esta es la forma en la que a mí me gusta verlo:
“Cerca del 70% de las emisiones antropogénicas (causadas por el humano) de gases (la mayoría del CO2 y parte del metano) viene de la energía usada para generar electricidad, hacer edificios usables, mover todos los sistemas de transporte y suplir toda la energía que la industria necesita. El resto de los gases viene principalmente de la agricultura, los cambios en los patrones de uso de la tierra debido a la búsqueda de mayores rendimientos de cultivos, y la deforestación para utilizar nuevas tierras para cultivar u otros usos”.
Burton Richter, 2010
Al final, DiCaprio no estaba tan errado cuando decía que todo lo que hacemos genera calentamiento global.
No es menor la aclaración de que estos datos son a nivel global. Hay diferencias significativas según el grado de desarrollo económico del país y según cuáles sean sus actividades económicas principales.
¿Te interesa hacer estos análisis por su cuenta? Te comparto una guía para entender los gráficos del cambio climático usando Climate Watch Data.
Con este diagnóstico, la doctora cita al Señor Progreso a una reunión de urgencia.
- No puedes seguir así. Lo que estás consumiendo te está matando -le dice- y tienes que hacer cambios drásticos en tu estilo de vida.
¿Qué cambios debemos hacer? ¿Cómo hacerlo? ¿Qué implica cambiar nuestra dieta y qué tan rápido podemos hacerlo?
Nadia Testani: por dedicar horas a criticar y destruir mis borradores.
Valen Italiano: por la asistencia médica para pensar una buena analogía.
Vicen Cappelletti: por inspirarme al decirme que «me gusta cuando me explican las cosas con analogías».
Referencias
Balance Energético Nacional, (2015), Documento Metodológico.
CAIT Climate Data Explorer. Washington, DC: World Resources Institute.
Di Caprio, L., (2016), Before The Flood Film Documentary.
Environmental Protection Agency, (2014), Global Greenhouse Gas Emissions.
Foley, J., (2020), The Three Most Important Graphs about Climate Change.
Harari, Y. N., (2014), Sapiens. A Brief History of Humankind.
Herrera, A. O, Scolnick H.,Chichilnisky, G., Gallopin, G., Hardoy J., Mosovich D., Oteiza E., Lamarque de Romero Brest, G., Suárez, C., Talavera L, (2004), ¿Catástrofe o Nueva Sociedad? Modelo Mundial Latinoamericano. 30 años después.
IPCC, (2014), AR5 Climate Change 2014: Mitigation of Climate Change.
IPCC, (2019), Reporte especial: Calentamiento global de 1,5ºC
Museo de Mercedes Benz, Stutgart, Alemania.
Richter, B., (2010), Beyond Smoke and Mirrors: Climate Change and Energy for the 21th century, New York, United States of America, Cambridge University Press.
Ritchie, H., Roser, M., (2020), CO₂ and Greenhouse Gas Emissions.
Ritchie, H., Roser, M., (2020), Environmental impacts of food production.
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