Escuchar a la ciencia y actuar en consecuencia

¿Qué implica escuchar a la ciencia y actuar en consecuencia?

En el año 2020, Greta Thunberg aborda esta pregunta con un relato de sus viajes. Con el objetivo de que que el idioma no sea una barrera para transmitir mensajes tan potentes, realizamos la primera traducción e interpretación libre de este relato en nuestro idioma. Invitamos a seis mujeres activistas de nuestro país que la llenaran con sus voces y así inauguramos nuestro podcast. Ahora, publicamos la transcripción de ese relato.

Trailer del episodio
El relato completo se llama ‘Humanity Has not yet failed’ y fue publicado originalmente en Sveriges Radio en sueco e inglés. Esta es una traducción propia al español e interpretación libre de las palabras de Greta.

El inicio del relato de Greta se sitúa en Nueva York, el 23 de Septiembre del año 2019. Ese día, tres semanas después de haber cruzado el Océano Atlántico en velero, dio su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas cuyo enfoque, ese año, era el clima. Este discurso, en el que la joven mostró su enojo ante la situación, quedó resonando y se hizo viral por su famosa frase “¿Cómo se atreven?”

Washington

Audio narrado por: Por Elisabeth Möhle, divulgadora científica, formada en Ciencias Ambientales y Políticas Públicas, Becaria Doctoral en Ciencia Política en Universidad Nacional de San Martín.

¿Quién es el adulto en la sala? Esta pregunta ha surgido una y otra vez en el último año. Estoy parada frente al patio de comidas de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Veo cadenas de comida rápida: hamburguesas, helados, dulces… Me doy cuenta que esta pregunta alcanza una dimensión completamente nueva cuando veo a las figuras políticas más influyentes del mundo, sentadas con sus trajes, tomando bebidas de colores y comiendo chatarra.

La semana previa a la Asamblea General de las Naciones Unidas, pasé unos días en Washington. Aproveché la oportunidad para hacer ese tipo de cosas que hacés cuando estás en la capital: recorrer museos, participar de protestas en la Casa Blanca, hablar en el Congreso de los Estados Unidos, y cosas así. Pero la mayoría de las veces estoy reunida con políticos y políticas. Después de un tiempo, se torna un poco repetitivo. De alguna manera, se siente casi como estar en casa, ya que los políticos son prácticamente iguales, sin importar en qué parte del mundo te encuentres.

Les insisto en que escuchen a la ciencia y actúen en consecuencia, antes de que sea demasiado tarde. Siempre me dicen que les parece sorprendente que sea tan activa y comprometida, y que cuando crezca, yo también puedo convertirme en política y hacer una verdadera diferencia en el mundo. Les explico que cuando crezca y complete mis estudios, será demasiado tarde para actuar, si es que queremos permanecer por debajo del objetivo del grado y medio o, incluso dentro de los 2 grados. Repaso algunas de las cifras del informe de 1.5°C del panel intergubernamental sobre cambio climático (IPCC). Se ríen con nervios y cambian de tema.

Para que el calentamiento no sobrepase el 1.5ºC con respecto a los niveles preindustriales, las emisiones antropogénicas (causadas por el humano) globales netas de CO2 deben disminuir un 45% de aquí al 2030 (con respecto a los niveles del 2010) y deben llegar al cero neto en torno al 2050.

IPCC, (2018), SR1.5

Ya estamos en la oficina de la Presidenta de la Cámara de Baja, Nancy Pelosi. Somos alrededor de 20 jóvenes dedicados al activismo climático. Nuestro grupo se compone, en su mayoría, de representantes de pueblos indígenas de América del Norte y del Sur, y de representantes de las tribus de las Primeras Naciones de la selva amazónica.

Hay un retrato gigante de Abraham Lincoln colgado en la pared. Durante la reunión, se respira un aire tenso. Es como si dos mundos opuestos chocaran. Mundos separados por cientos de años de injusticias, opresión, genocidio y racismo estructural y sistémico.

Una joven activista pide hablar. Su nombre es Tokata Iron Eyes. Vive en una reserva india en Dakota del Sur, una de las comunidades más pobres y socialmente más vulneradas en todo Estados Unidos.

¿Cómo crees que nos sentimos al sentarnos en esta habitación, con ese hombre mirando desde la pintura? - Dice ella - señalando a Abraham Lincoln.

La presidenta Pelosi se disculpa por si alguien se ha ofendido, pero explica que fue un gran hombre que hizo mucho por su país.

Él quería eliminar a mi pueblo - dice Tokata - Fue el responsable de la ejecución masiva más grande en la historia de Estados Unidos. Era gente inocente... Se me hace muy difícil estar en esta habitación, con ese cuadro... - dice ella.

Traté de ver la situación desde su perspectiva. Luchamos por la justicia climática. Pero, ¿cómo se puede lograr cualquier tipo de justicia, si las injusticias sociales y raciales en tantas partes del mundo nunca han sido reconocidas oficialmente por la opinión pública?

Ese mismo día, me llaman a testificar en el Congreso de los Estados Unidos. Pero… siento que algo está mal. ¿Qué se supone que debo decir o hacer? Quiero que la gente en el poder escuche a la ciencia, no a mí. Después de muchas dudas y reflexión, se me ocurre una idea:

Pido prestada una computadora. Imprimo una copia del informe de 1.5 grados del IPCC. Ya estoy lista para presentar mi testimonio:

«Presento este informe como mi testimonio, porque no quiero que me escuchen a mí, quiero que escuchen a la ciencia. Gracias.«

Para tener un 66% de probabilidades de que el incremento de la temperatura media global no supere el grado y medio, podemos emitir, como máximo, 420 gigatoneladas de CO2 a la atmósfera a nivel mundial en total.

ipcc, (2018), sr1.5, capítulo 2, página 108.

Más tarde, tomo el subte hasta Tenleytown y camino los 45 minutos hasta la casa que nos prestaron… Camino por algunos de los barrios más lindos que puedas imaginarte. Cada casa es como un castillo en miniatura sacado de un cuento de hadas. En la entrada de una de las casas más grandes, hay una mujer parada con su hija, de unos cinco años.

¡Dios mío! ¿Sos Greta? - me pregunta la madre, cuando me ve - ¿puedo sacarte una foto junto con mi hija?

Por supuesto – le respondo.

Cuando me alejo, escucho que ella le dice a su hija:

Greta es una activista climática. Tal vez, cuando seas grande, vos también podrías convertirte en activista.

Lo dice de una manera que hace que una activista por el clima pareciera una de las cosas más nobles y geniales del mundo. Como si fuera una mezcla entre ser bailarina, presidente y astronauta.

«No quiero que me escuchen a mí, quiero que escuchen a la ciencia»

Greta Thunberg ante el Congreso de los Estados Unidos. 18/09/19

Punto de no retorno

Audio narrado por: Ana Kiernicki, activista ambiental, cofundadora de ‘Ahora Qué?’ y bióloga en formación.

Seguimos nuestro viaje por América del Norte. Mi papá y yo tenemos una cita con el glaciólogo John Pomeroy. Su equipo de investigación de la Universidad de Saskatchwan se ofreció a llevarme al glaciar Athabasca.

Hay carteles a los costados del camino que conduce al glaciar. Cada uno marca un año determinado. John se detiene y señala uno que dice 1982. – “Eso significa que el glaciar comenzaba ahí ese año.”

Parece bastante extraño, dado que no hay signos de ningún glaciar alrededor. 

Fue por esa época que comencé a trabajar aquí – nos cuenta – desde entonces he visto con mis propios ojos cómo el glaciar está desapareciendo, metro por metro.

El Glaciar Athabasca, en los últimos 125 años, se retiró un kilómetro y medio y perdió la mitad de su volumen debido al calentamiento global. Según las últimas estimaciones, actualmente se está retrayendo cinco metros cada año

Me recomendaron que me abrigara todo lo que pudiera, ya que los vientos catabáticos (los vientos que fluyen de los glaciares) pueden ser despiadados. No estaban exagerando. Una vez que pisás el hielo, es casi imposible avanzar, o incluso mantenerte parada. 

Hay una fuerte nevada que nos recuerda que el invierno canadiense está a punto de llegar.

Con botas y bastones de esquí prestados, luchamos por mantener el equilibrio. Cuando llegamos a un lugar que John considera adecuado, se detiene, se quita la mochila y comienza a desempacar su equipo. 

Toma algunas medidas mientras nos explica paso a paso el procedimiento. Luego, comienza a cavar en el hielo. Rompe un pedazo y me lo da.

Si mirás con atención, vas a ver que está lleno de pequeños puntos negros. Son cenizas - me dice.

¿De dónde vienen? - Le pregunto.

Son de los incendios forestales que arden cada año.  Los bosques pierden gran parte de su resiliencia a los incendios, ya que ahora hay tantos árboles muertos que se convierten en leña. Los árboles se debilitan debido a unos escarabajos que sobreviven el invierno debido un aumento de temperatura en los bosques.

Cuando se acumulan las cenizas, todo el Glaciar se vuelve gris - continúa - y dado que, una superficie oscura absorbe más calor que una blanca, significa que el glaciar se derretirá aún más rápido. Es un ciclo de retroalimentación. Una parte de una reacción en cadena.

Le pregunto si este glaciar se puede salvar o no. Sacude la cabeza.

- No, este ya pasó su punto de no retorno. - Nos dice - No hay nada que podamos hacer. Estimamos que, al igual que otros glaciares, desaparecerá por completo en menos de un siglo.

Los glaciares del mundo se llaman «la tercera capa de hielo polar». Imaginá todas las personas que dependen de estos glaciares como su fuente de agua potable. Como si eso fuera poco, hemos construido nuestra infraestructura en torno a un flujo de agua muy alto, porque el proceso de derretimiento ha sido, obviamente, mucho más alto de lo normal.

Eso hará que sea aún más difícil adaptarnos cuando se empiecen a secar los ríos.

¿Cuántas personas confían en los glaciares de esta área para obtener agua potable? - Pregunto 

Todo el oeste de América del Norte - responde.

Pero el mismo proceso está sucediendo en todo el mundo. Los Andes, los Alpes y, sobre todo, en Asia, donde hasta 2 mil millones de personas dependen del proceso natural de derretimiento de los glaciares en el Himalaya para su propia supervivencia.

En resumen: la temperatura aumenta, lo cual permite que unos escarabajos sobrevivan al invierno. Estos insectos se comen a los pinos por dentro. Al aumentar su población, más árboles mueren. Estos árboles muertos, se convierten en leña. Esta leña es un combustible que intensifica aún más los incendios forestales.

Las cenizas de esos incendios son transportadas hacia los glaciares, oscureciendo su superficie y acelerando aún más el proceso de derretimiento del hielo.

Este es un ejemplo de libro de lo que es un ciclo de retroalimentación. Una reacción en cadena. Es como un espiral. Por sí misma, es sólo una pequeña parte de un patrón holístico mucho más grande relacionado con nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.

Hay muchos otros puntos de no retorno y reacciones en cadena. Algunos aún no han sucedido todavía, y otros ya son una realidad: 

Como la liberación de metano debido al derretimiento del permafrost, u otros fenómenos relacionados con la deforestación, la muerte de los arrecifes de coral, el debilitamiento o cambio de las corrientes oceánicas, las algas que crecen en el hielo antártico, el aumento de la temperatura del océano, cambios en los patrones de los monzones, y otros más.

Otro factor que se pasa por alto es el calentamiento adicional ya incorporado, oculto en la contaminación del aire que amenaza la vida.
Esto significa que una vez que dejamos de quemar combustibles fósiles, aún vamos a ver un calentamiento, de tal vez 0.5 a 1.1 grados Celsius. Todo es parte de una cadena infinita de eventos que constantemente activan y crean nuevos eventos como estos, y nuevos eventos, y nuevos eventos, y así sucesivamente.. No pareciera tener fin.


Los medios de comunicación

Audio narrado por: Steph Cabovianco, activista ambiental. Formada en Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable. Cofundadora de Aclimatando, Climate Save Argentina y miembra de Alianza por el Clima.

Momento, voy a grabar la entrevista - El periodista saca su iPhone del bolsillo de su ligero abrigo.

Es un día nublado y helado en el casco antiguo de Estocolmo. Pero al igual que cualquier otro viernes, unas pocas decenas de personas y yo, nos reunimos aquí afuera, frente al parlamento sueco, en forma de protesta. Cuando estás 7 horas parada con temperatura invernal bajo cero, se pone un poco fresco.

El periodista sostiene el celular cerca mío y comienza a grabar.

Entonces, ¿por qué estás protestando? - me pregunta.

Para que tomemos en serio a la crisis climática y la tratemos como a una crisis.

Sí, pero, ¿qué querés que hagan los políticos?

Quiero que escuchen a la ciencia y actúen en consecuencia. Que hagan lo que prometieron hacer en el Acuerdo de París y traten esta crisis como una crisis - Me doy cuenta que no le di las respuestas que él quería.

Sí pero... específicamente, ¿qué?

Cuando comienzo a hablar sobre los presupuestos de carbono, él se da por vencido y me interrumpe. Sabe muy bien que no podrá usar nada de lo que estoy diciendo en su artículo. La gente quiere algo simple y concreto, y quieren que yo esté enojada, sea ingenua, infantil e impulsiva. Ese tipo de historias son las que venden y generan la mayor cantidad de clics.

Pero, emmmm - continúa - ¿cómo vamos a resolver este tema del clima?

El hecho de que esta pregunta se me haga a mí, una adolescente, una y otra vez, es absurdo. Pero no tan absurdo como el hecho de que la emergencia climática y ecológica se reduzca a un «”problema”» que hay que «”resolver”». Que sea visto como un “tema importante” entre tantos otros “temas importantes”.

Por supuesto que no sé cómo vamos a resolver la crisis climática. De hecho, nadie lo sabe. No hay una solución mágica o un plan político que resuelva todo, porque, ¿cómo se resuelve una crisis? ¿Cómo se resuelve una guerra? ¿Cómo se resuelve una pandemia sin una vacuna?

La única manera, es tratar a la crisis climática como se trataría a cualquier otra crisis. Unirnos, reunir a todos los expertos, dejar otras cosas de lado y adaptarnos a la nueva realidad. Actuar de la forma más enérgica posible, dada la situación. Por ejemplo, si no hubiera una vacuna para alguna enfermedad, invertirías todos los recursos disponibles para desarrollar una cuanto antes. Mientras tanto, tomarías todas las medidas posibles.

En una crisis hay que actuar, incluso sin saber exactamente cómo vamos a resolver el problema. En una crisis, no hay tiempo para esperar respuestas o detalles específicos, porque las respuestas deben encontrarse en el camino. En una crisis, se deben poner todas las cartas sobre la mesa, pensar a largo plazo y de manera holística.

La crisis climática no tiene una vacuna. Debemos admitir que no sabemos cómo vamos a resolverla. Si lo hubiéramos sabido antes, hoy no sería una crisis.

Muchos afirman que las personas entienden el significado completo de la crisis climática pero lo reprimen, porque el mensaje es desalentador y difícil de manejar. Esto querría decir que seguimos haciendo lo que hacemos a pesar de ser plenamente conscientes de las consecuencias devastadoras de nuestras acciones. Me niego a creer que esto sea así, ya que significaría que los humanos somos malvados. Mi experiencia me dice, que la gente entiende mucho menos sobre la crisis climática de lo que se cree. Si hay algo que he aprendido al viajar por el mundo, es que el nivel de conocimiento y conciencia es casi inexistente.

Muchas de las personas influyentes que conocí en el mundo, ni siquiera tienen los conocimientos más básicos… Y si la gente no está informada, ¿quién es culpable de que el mensaje no llegue? 

El periodista se está quedando sin tiempo. Sabe que la batería de su teléfono, no durará mucho más en el frío.

¿Pero quién es realmente GRETA? - me pregunta - La gente quiere conocer a GRETA.

No soy importante – respondo – esto no tiene nada que ver conmigo. Yo soy poco interesante. No estoy haciendo esto porque quiera ser famosa, popular o ganar seguidores en las redes sociales. Hago esto, simplemente, porque nadie más lo está haciendo.

Aún si todos los países continuaran con la reducción de emisiones que han establecido como objetivo, todavía estaríamos yendo hacia un aumento catastrófico de la temperatura global de al menos tres o cuatro grados.

Greta Thunberg, 2020

Greenwashing

Audio narrado por: Natalia Mazzei, activista ambiental, más conocida en Instagram como @ecointensa

¿Qué debemos hacer para evitar un desastre climático que vaya más allá del control humano?

Esa, es la gran pregunta de nuestros tiempos. Esto se preguntan personas de todo el espectro político alrededor del mundo. Pero, ¿Qué pasa si esta pregunta se ha formulado de manera incorrecta? Y si en cambio nos preguntamos: ¿qué deberíamos dejar de hacer para evitar un desastre climático?

Para tener una pequeña posibilidad de alcanzar los objetivos acordados por los líderes mundiales, la caída en las emisiones durante el 2020 debe ser abrupta. Y no, la reducción temporal de las emisiones de gases de efecto invernadero, como resultado de las medidas para detener la pandemia, no será suficiente.

De hecho, un error común acerca de la crisis climática es que la gente piensa que necesitamos reducir nuestras emisiones. Pero si queremos cumplir con el Acuerdo de París, una reducción no será suficiente. Necesitaríamos detener por completo las emisiones en un par de décadas para luego pasar a cifras negativas.

Existen tres formas de reducir las emisiones, aparte de la más obvia, que es reemplazar la energía fósil con energías renovables. La primera tiene que ver con las soluciones técnicas, como por ejemplo, las tecnologías que capturan el dióxido de carbono de la fuente emisora o del aire, para luego almacenarlo fuera de la atmósfera. El problema, es que estas tecnologías ni siquiera existirán a gran escala en un futuro cercano, y las emisiones deben reducirse drásticamente ya mismo. Este tipo de plantas siguen siendo prototipos. Creeme, yo misma visité dos de las principales instalaciones del mundo.

La segunda alternativa consiste en utilizar la propia capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar dióxido de carbono. Hoy en día, esto se confunde con sólo plantar árboles, aunque la forma más eficiente sería dejar intactos los bosques y hábitats naturales. Cada segundo se corta un área forestal del tamaño de una cancha de fútbol, según Global Forest Watch. Cada segundo, de cada hora, de cada día. No hay plantación de árboles en el mundo que alcance para compensar eso. Imaginemos que ocurre el milagro: Logramos detener la deforestación y plantamos árboles en cada rincón libre del planeta. Tales acciones sólo alcanzarían para compensar, por unos años, las emisiones a las tasas actuales.

La tercera opción, es la única que hoy, tenemos disponible a escala. Se trata, simplemente, de dejar de hacer ciertas cosas. Pero parece que para la gente, esta es la alternativa menos realista. El simple hecho de pensar que estamos en una crisis de la cual no podemos salir invirtiendo, comprando o construyendo, parece crear algún tipo de cortocircuito mental colectivo.

El simple hecho de pensar que estamos en una crisis de la cual no podemos salir comprando, construyendo o invirtiendo, parece crear algún tipo de cortocircuito mental colectivo.

Greta thunberg, narrado por nati mazzei.

Y por supuesto, está la cuarta manera de hacerlo. Hasta ahora, cuando se trata de reducir las emisiones, el procedimiento más exitoso es el de la llamada “contabilidad creativa”.

Se trata, simplemente, de no informar las emisiones o moverlas a algún otro lado. Barrer sistemáticamente las cosas debajo de la alfombra. Mentir y culpar a alguien más (te compartimos una guía básica para entender gráficos de cambio climático).

Mi propio país, Suecia, es un ejemplo de manual. Usando esta estrategia, más de la mitad de nuestras emisiones no existen en papel. Año tras año, a las personas en el poder se les permite aparecer en los medios de comunicación afirmando, sin oposición, que las emisiones de gases de efecto invernadero de Suecia se han reducido entre un 20 y un 30% desde 1990. Pero la verdad, es que si tenemos en cuenta el consumo y los vuelos internacionales, las emisiones no se han reducido en absoluto. Obviamente, las estadísticas se ven mucho mejor si elegimos no contar todo. Pero esto no es exclusivo de Suecia. En las partes más ricas del mundo, casi todos usan la misma estrategia. Ya se trate de la Unión Europea, de países particulares, ciudades o empresas. Simplemente, hemos trasladado nuestras fábricas a diferentes partes del mundo donde la mano de obra es más barata y, al hacerlo, también hemos trasladado una parte importante de nuestras emisiones al extranjero. Esta es una solución muy conveniente para el Norte Global, por supuesto. Pero a la biosfera no le importa ni las fronteras ni los discursos vacíos. Así que en la realidad, esto no funciona tan bien. El verdadero problema, es que cuando se trata de la emergencia climática y ecológica, quienes hoy están en el poder pueden decir lo que quieran. Tienen prácticamente garantizado que no van a recibir ningún cuestionamiento.

Por ejemplo, el tema de la energía nuclear sigue dominando el debate climático. Sin embargo, la ciencia ha concluido que de la solución holística que se necesita, esto sólo puede ser una parte muy arriesgada, costosa y pequeña, en el mejor de los casos (acá compartimos algunas reflexiones sobre el tema). Además, hoy en día cualquiera puede prometer resultados imposibles a través de supuestas «inversiones verdes», sin tener que explicar cómo lo haría ni qué significa “verde”.

Palabras como “verde”, “sustentable”, “amigable con el ambiente”, “orgánico”, “limpio y libre de fósiles”, están hoy tan diluidas y mal utilizadas, que casi perdieron su significado. Pueden insinuar cualquier cosa y ser utilizadas por todo tipo de actividad, desde la forestal, pasando por la aeronáutica, la ganadera o automotriz.

Y como el nivel general de conciencia es tan bajo, pueden salirse con la suya. Nadie se hace responsable. Es como un juego. El que mejor empaquete y venda su mensaje, gana. Y como la verdad es incómoda, poco popular y cero rentable, no tiene muchas posibilidades de sobrevivir. Las proyecciones a largo plazo, el pensamiento holístico, la moral y la verdad, parecieran no tener ningún significado para nosotros.

Los emperadores están desnudos. Todos y cada uno de ellos. Nuestra sociedad se ha transformado en una gran fiesta nudista.

El cuento del emperador

Audio narrado por: Nadia Testani, licenciada en Ciencias de la Atmósfera y cofundadora de ‘Ahora Qué?’

Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia.

La ciudad en que vivía el Emperador era muy alegre y bulliciosa. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos estafadores que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida.

-¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el Emperador-. Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del reino son ineptos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Nada, que se pongan enseguida a tejer la tela-. Y mandó abonar a los dos pícaros un buen adelanto, para que pusieran manos a la obra cuanto antes.

Ellos montaron un telar y simularon que trabajaban; pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se hicieron suministrar las sedas más finas y el oro de mejor calidad, que se embolsaron bonitamente, mientras seguían haciendo como que trabajaban en los telares vacíos hasta muy entrada la noche.

Para saber cómo avanzaba la tela el Emperador envió a dos de sus más importantes funcionarios. Como ninguno quería parecer estúpido o inepto para su cargo, se deshicieron en alabanzas de la tela que no veían. 

Tiempo después, todos los moradores de la capital hablaban de la magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen del telar. Seguido de una multitud de personajes escogidos, se encaminó a la casa donde paraban los estafadores, los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas, aunque sin hebras ni hilados.

-¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos honrados funcionarios-. Fíjese Vuestra Majestad en estos colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela.

«¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso».

-¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me gusta, la apruebo-. Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada.

Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, pero ninguno sacaba nada en limpio; no obstante, todo era exclamar, como el Emperador: -¡oh, qué bonito!-, y le aconsejaron que estrenase los vestidos confeccionados con aquella tela en la procesión que debía celebrarse próximamente.  Y así fue.

El día de la fiesta los dos estafadores simularon quitar la tela del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron: -¡Por fin, el vestido está listo!

Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dos truhanes, levantando los brazos como si sostuviesen algo, dijeron:

-Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -Aquí tienen el manto… Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña; uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, mas precisamente esto es lo bueno de la tela.

Quitose el Emperador sus prendas, y los dos simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, la cola seguramente; y el Monarca todo era dar vueltas ante el espejo.

-¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente! -exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un traje precioso!

-El palio bajo el cual irá Vuestra Majestad durante la procesión, aguarda ya en la calle – anunció el maestro de Ceremonias.

Los ayudas de cámara encargados de sostener la cola bajaron las manos al suelo como para levantarla, y avanzaron con ademán de sostener algo en el aire; por nada del mundo hubieran confesado que no veían nada. Y de este modo echó a andar el Emperador bajo el magnífico palio, mientras el gentío, desde la calle y las ventanas, decía:

-¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!

Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél.

-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.

-¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.

-¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!

-¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero.

Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.

“El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen”

Coronavirus

Audio narrado por: Agustina Cora, activista ambiental. Politóloga, formándose en Gestión Ambiental.

Cuando visité la conferencia de Davos, el año pasado, dormí en una carpa con 18 grados bajo cero. Este año, por razones de seguridad, los organizadores me dijeron que tenía que quedarme en un hotel. La noche anterior al comienzo de la conferencia me resfrié, así que fue un alivio no estar durmiendo en carpa.
Tuve que cancelar mis eventos programados, lo cual no me molesta en absoluto. La mayoría de las reuniones y los encuentros sociales no conducen a ningún lado. Considero que son una pérdida de tiempo. Así que mi estadía es bastante tranquila. Salvo hoy, que se supone que debo salir para reunirme con la presidenta de Suiza y, después, tengo que anunciar públicamente mis planes sobre mi viaje a China. Acabo de recibir la invitación oficial para asistir a la conferencia del Foro Económico Mundial, que probablemente se celebrará a principios de junio en aquel país. 

Visitar China es algo que siempre quise hacer, y ahora finalmente está por suceder. Siempre y cuando el gobierno chino me deje entrar al país. Justo cuando estoy por salir del hotel, la presidenta me cancela. Tuvo que regresar de inmediato a Zurich para asistir a una reunión de emergencia. Parece, que el nuevo virus descubierto en China está causando una gran preocupación.   Así es como me entero de la crisis del coronavirus.   

Inmediatamente, pausé mis planes de visitar China. Cada vez pareciera ser más difícil viajar allá durante esta primavera.

En cambio, empiezo a planificar mi asistencia a otras invitaciones. Decido tomar el ferrocarril Transiberiano hacia Corea del Sur y Japón. Pero a medida que la situación se intensifica, también tengo que abandonar estos planes. Así que aprovecho las semanas siguientes para viajar por Europa y seguir trabajando en el documental junto con la BBC. Visitamos Londres, Zurich, Yorkshire, el Parlamento Europeo y Jokkmokk. Hago huelga en Hamburgo, Bristol y Bruselas. 

Es el comienzo de marzo de 2020 y el mundo se está por dar vuelta.

Se supone que este fin de semana habrán grandes manifestaciones climáticas en Francia. Pero justo acá, ocurre un punto de inflexión. Repentinamente, lo que era incuestionable la semana anterior, ahora se ha vuelto impensable.

En el movimiento ‘Viernes por el futuro’, decidimos cancelar todo sin dudarlo. La gente está muriendo, muchos están perdiendo a sus familiares, a sus seres queridos, así como también su estabilidad económica. Las consecuencias de esta pandemia son catastróficas.
Una crisis es una crisis, y todes tenemos que retroceder unos pasos y actuar por el bien de los demás y de nuestra sociedad. En una crisis te adaptás y cambiás tu comportamiento. De hecho, esto es lo que el mundo está haciendo, a una velocidad récord. 

En cuestión de horas, se hicieron cambios estructurales a escala global. ¿Pero qué fue lo que hizo posible esto?. ¿Fue la esperanza y la inspiración las que nos hicieron actuar tan rápido durante la pandemia?, lo que la mayoría de los comunicadores y editores de noticias consideran que es la única forma de crear cambios, ¿o fue, quizás, algo más?

Desde una perspectiva climática no hay nada positivo en esta crisis. Los cambios realizados en nuestra vida diaria debido al covid-19 son insignificantes comparados con las acciones necesarias que debemos tomar para actuar respecto al cambio climático

La tragedia del coronavirus no tiene efectos positivos a largo plazo. Excepto, por una sola enseñanza: cómo se debe proceder y tratar una emergencia. Porque durante la pandemia actuamos con toda la fuerza necesaria. Todos los días hay reuniones internacionales de emergencia. Los rescates financieros astronómicos aparecen mágicamente de la nada. Los eventos que se cancelan y las duras restricciones obligan a las personas a cambiar su comportamiento de la noche a la mañana. Los medios hacen una transición completa: dejan de lado todos los temas e informan casi exclusivamente sobre el covid-19, con conferencias de prensa diarias y actualizaciones en vivo 24/7.

Toda la sociedad se une y los políticos dejan de lado sus diferencias para cooperar por el bien de todes. Bueno, al menos en la mayoría de los casos…
De repente, la gente poderosa de la política, los negocios y las finanzas dicen que harán lo que sea necesario, ya que (entre comillas) «no se puede poner precio a la vida humana».

Esa frase y esta forma de actuar ante la crisis, abren una dimensión completamente nueva. Según la OMS cada año mueren 7 millones de personas por enfermedades relacionadas a la contaminación del aire. Pero parece ser que a la vida de esas personas sí podemos ponerle un precio, ya que murieron por las causas equivocadas en las partes equivocadas del mundo.
Durante la pandemia del coronavirus, quienes formulan las políticas repiten que tenemos que escuchar a la ciencia y a los expertos…

Bueno, según las y los principales especialistas mundiales en biodiversidad (IPBES, 2020), «es probable que la pandemia del coronavirus sea seguida por brotes de enfermedades aún más mortales y destructivas, a menos que rápidamente cortemos la raíz, o sea, la destrucción desenfrenada del mundo natural».

Sin embargo, parece que estos no son los especialistas a los que se refieren los políticos cuando hablan… Porque la sustentabilidad a largo plazo, no cabe dentro de los sistemas económicos y políticos actuales.

«La sustentabilidad a largo plazo, no cabe dentro de los sistemas económicos y políticos actuales».

La esperanza

Audio narrado por: Nicole Becker, activista socioambiental y cofundadora de Jóvenes por El Clima, Argentina.

Como consecuencia de la crisis del coronavirus, hay muchos que afirman que necesitamos usar esto como una oportunidad, que cuando reiniciemos la economía debemos adoptar los llamados «planes de recuperación verde». 

Sin lugar a dudas, es importante que invirtamos nuestros activos en proyectos sostenibles, energías renovables, soluciones técnicas e investigación. Pero no debemos creer, ni por un segundo, que eso estará cerca de lo que realmente se requiere. Ni creer que las «metas» establecidas hoy serán lo suficientemente ambiciosas.

Aún si todos los países continuaran con la reducción de emisiones que han establecido como objetivo, todavía estaríamos yendo hacia un aumento catastrófico de la temperatura global de al menos tres o cuatro grados. Por lo tanto, las personas en el poder ya prácticamente se dieron por vencidas a la posibilidad de entregar un futuro decente a las próximas generaciones. Se dieron por vencidos, sin siquiera intentarlo.

Suena terrible, ya sé. Pero en realidad, es peor todavía. Incluso cuando quieren actuar de acuerdo con lo que se necesita – que a veces es el caso -, tampoco en esa circunstancia pueden. La razón es que estamos atrapados en contratos y acuerdos comerciales ya escritos. Es pura matemática. El informe de ‘Brecha de Emisiones’ de las Naciones Unidas muestra lo siguiente: Para el año 2030, los planes mundiales de producción de combustibles fósiles representarán un 120% más de lo que sería consistente con un objetivo de 1.5 grados. Hay algo que no encaja.

Para evitar la catástrofe climática, debemos romper contratos y abandonar acuerdos existentes a un nivel inimaginable hoy. Solo eso requiere toda una nueva manera de pensar, ya que hoy, ese tipo de acciones no son ni política, ni económica, ni legalmente posibles. La crisis climática y ecológica no puede resolverse dentro de los sistemas políticos y económicos actuales.

«La crisis climática y ecológica no puede resolverse dentro de los sistemas políticos y económicos actuales. Esto no es una opinión, es un hecho.«

Greta Thumberg, 2020. Narrado por Nicole Becker.

Esto no es una opinión, es un hecho. Entiendo que todo esto pueda sonar incómodo y hasta deprimente. También entiendo por completo porqué vos, político o política o vos, editor o editora de noticias, elijas mirar hacia otro lado. Debes darte cuenta de que para nosotros, quienes tenemos que vivir con las consecuencias de todo esto por el resto de nuestras vidas, mirar hacia otro lado es un lujo que no nos podemos permitir.

Hace poco, la comunidad científica del Centro Tyndall de la Universidad de Upsalla publicó un nuevo informe. Indica que para que países ricos como Suecia y el Reino Unido puedan cumplir con sus compromisos en el acuerdo de París, deben reducir sus emisiones nacionales de dióxido de carbono entre 12 a 15% cada año, a partir de ahora.

Por supuesto que no hay ningún plan de recuperación verde o un acuerdo en el mundo que por sí solo pueda lograr tales recortes en las emisiones. Por este motivo, todo el debate alrededor del “Green new deal” – irónicamente – corre el riesgo de hacer más daño que bien;  ya que señala que los cambios necesarios son posibles dentro de las sociedades actuales. Como si de alguna manera pudiéramos resolver la crisis sin tratarla como una crisis.

Es cierto que sucedieron muchísimas cosas en los últimos 2 años pero los cambios y el nivel de conciencia que necesitamos todavía no están a la vista. A veces, las cosas pueden parecer oscuras e imposibles. Pero creeme, hay esperanza. Esa esperanza viene del pueblo. Viene de la democracia. Viene de vos. Viene de las personas que cada vez más comienzan a darse cuenta de lo absurda que es esta situación. La esperanza no va a venir ni de la política, ni de los negocios ni de las finanzas. No porque los políticos o los empresarios sean malos. Es porque lo que se necesita en este momento parece ser demasiado incómodo, poco popular y cero rentable. 

La opinión pública dirige el rumbo de las democracias, de los Pueblos Libres. Hoy, es inexistente. El nivel de conocimiento es demasiado bajo. Aun así, se perciben aires de cambio, de un despertar. 

Sino, observemos los movimientos sociales emergentes en los últimos tiempos, como los movimientos contra la discriminación racial (“#BlackLivesMatter”) o las huelgas escolares, por ejemplo. Todo está conectado. Ya pasamos un punto de inflexión social. Ya no podemos apartar la vista de lo que nuestra sociedad ha estado ignorando durante tanto tiempo. Ya sea, igualdad, justicia o sustentabilidad…

Desde el punto de vista de la sustentabilidad, todos los sistemas políticos y económicos nos han fallado. Pero la humanidad aún no ha fallado. La emergencia climática y ecológica no es una crisis política ante todo. Es una crisis existencial, basada en la ciencia por completo. La ciencia está ahí. Los números están ahí. No podemos escapar de esa realidad. La naturaleza no “negocia”. Las leyes de la física no pueden “llegar a un acuerdo”. La ecuación es simple: Aceptar eso y entender la realidad tal como es, o no. Seguir como una civilización, o no. Hacer lo mejor que podemos ya no es suficiente. Ahora, debemos hacer lo que parece imposible. Y eso depende de vos y de mí. Porque nadie más lo va a hacer por nosotrxs.

Hacer lo mejor que podemos ya no es suficiente. Ahora, debemos hacer lo que parece imposible. Y eso depende de vos y de mí. Porque nadie más lo va a hacer por nosotrxs.

Greta thunberg, 2020. Narrado por Nicki Becker.

Te invitamos a formarte y reflexionar juntxs. A escribirnos y contarnos qué sentiste. A construir nuestra propia respuesta a la pregunta: ¿Ahora qué?

Así es como damos inicio a nuestro podcast. Estamos en un punto de inflexión y nos preguntamos: ¿Ahora qué? En busca de respuestas, en los próximos episodios intercambiamos saberes con especialistas y referentes en el tema.

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Voces

  • Guión y Narración. Por Nadia Testani, estudiante de Ciencias de la Atmósfera y cofundadora de ‘Ahora Qué?’
  • Washington. Por Elisabeth Möhle, divulgadora científica, formada en Ciencias Ambientales y Políticas Públicas, Becaria Doctoral en Ciencia Política en Universidad Nacional de San Martín.
  • Puntos de no retorno. Por Ana Kiernicki, activista ambiental, cofundadora de ‘Ahora Qué?’ y bióloga en formación.
  • Medios de comunicación. Por Steph Cabovianco, activista ambiental. Formada en Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable. Cofundadora de Aclimatando, Climate Save Argentina y miembra de Alianza por el Clima.
  • Greenwashing. Por Natalia Mazzei, activista ambiental, más conocida en Instagram como @ecointensa.
  • La crisis del Coronavirus. Por Agustina Cora, activista ambiental. Politóloga, formándose en Gestión Ambiental.
  • La Esperanza. Por Nicole Becker, activista socioambiental y cofundadora de Jóvenes por El Clima, Argentina.

Producción

Producción: Juan Ignacio Arroyo y Hernán Ivas.
Traducción: María Daniela Lacosta, Agustina Cora, Juan Ignacio Arroyo y Ana Kiernicki.
Música: ‘Retumbos por el Quequén’ y ‘Del Atlántico a los Andes’, por Marcos Testani y Tukuta Gordillo.
También queremos agradecerle a Eloisa Machado por la adaptación del logo y a Juan Manuel Mitidiero por su generosidad y darnos una mano cada vez que lo necesitamos.

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