Construir sin destruir: ¿Qué papel juegan nuestros edificios en la lucha contra el cambio climático?

Por Sofia Cesanelli
Tiempo de lectura: 23 minutos.
Infusión sugerida: Te de manzanilla con limón.
Lista para escuchar: Jazz Chillout

Pensemos en una situación cotidiana… ¿Cuánto pagaste este mes la factura de luz? Una pregunta que resuena cada vez más en el grupo de amigos. ¿Pero vos tenés estufa a gas? ¿Dormís con el aire acondicionado prendido? ¡Yo me muero de frío en invierno! ¡Yo me muero de calor en verano! ¡Yo las dos!

En un planeta donde el clima se va inclinando hacia los extremos, estas preguntas se vuelven cada vez más frecuentes. Pero lo que también es cada vez más frecuente es la falta de confort térmico y ambiental de la mayoría de los edificios en los que vivimos, trabajamos y nos recreamos. ¿Y esto es normal? ¿Es culpa del clima o es culpa de los edificios? No vamos a negar que ahí afuera el pavimento está cada vez más caliente, pero nuestras construcciones tienen un potencial mucho mayor del que se cree para convertirse en refugios resilientes al cambio climático, logrando ambientes confortables sin derrochar la energía y los recursos de la manera que lo hacen hoy.

¿Qué queremos decir con esto? Que teniendo la capacidad de reducir la energía consumida para climatizar los edificios, y con ello, las emisiones asociadas, los arquitectos y constructores se encuentran en la primera línea en la lucha contra el cambio climático, ya que mientras no logremos prescindir de los combustibles fósiles, un edificio responsable es aquel que reduce la energía que consume.

Fuente: Archello
43 Viviendas Sociales, Ibiza – Peris + Toral Arquitectes.

Y entonces ¿Por qué construimos de la forma que construimos? ¿Es por falta de conocimiento? ¿Es por falta de interés? ¿Es por falta de regulaciones y políticas? Es un poco de todo, pero fundamentalmente, hacer las cosas bien consume más tiempo, más trabajo y una mayor inversión inicial, y para lograr que esto sea rentable, es necesario impulsar cambios mediante políticas sólidas, regulaciones efectivas y un mercado consciente y bien informado que valore y promueva la construcción sostenible.

Pan para hoy, hambre para mañana: ¿Qué planeta le dejamos a las futuras generaciones?

Es clave comprender que vivimos en un planeta finito y que el consumo excesivo de recursos, junto al creciente aumento de la población, atentan contra esta realidad biofísica.Nos enfrentamos a un hecho innegable: nuestros patrones de consumo y el modelo socioeconómico actual no son sostenibles a largo plazo. A medida que construimos y habitamos el mundo que nos rodea, dejamos una huella ambiental significativa que supera con creces los límites de lo que la Tierra puede soportar. Esta actividad humana desmedida nos deja una creciente deuda ecológica, producto del exceso de consumo y la explotación descontrolada de los recursos naturales a lo largo del tiempo. En otras palabras, vivimos a crédito, como si tuviéramos más de un planeta a disposición (2). Los carteles y afiches clichés son reales: ¡No hay planeta B!

Fuente: Global Footprint Network, Ecological Footprint, Overshoot Day.

Este desequilibrio no solo agota recursos naturales, sino que también contribuye a la pérdida de biodiversidad y a la contaminación generalizada de la atmósfera, las aguas y los suelos. Gran parte de esta deuda se atribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera (2), y el rubro de la construcción juega un papel significativo en este panorama. Según el Informe de la Sexta Evaluación del IPCC, en 2019 las emisiones totales de GEI en el sector de la construcción representaron el 21% de las emisiones globales de ese año. Si solo se consideraran las emisiones de CO2, la contribución de los edificios ascendería al 31% (8). Es bastante ¿verdad? 

El impacto climático de los edificios abarca tanto las emisiones de CO2 generadas durante la fase operativa del edificio (como el consumo de energía para calefacción, refrigeración, iluminación y electrodomésticos), así como el CO2 incorporado en los materiales y en el proceso mismo de construcción.

Cabe destacar que en los últimos 30 años las emisiones globales de CO2 procedentes de los edificios aumentaron en un 50% (8). Esta tendencia al alza se ve respaldada por el hecho de que en el año 2022 la construcción se destacó como uno de los mayores consumidores de energía, representando el 30% de la demanda total, principalmente para el funcionamiento de sistemas de calefacción y refrigeración. Considerando la energía necesaria para fabricar los materiales de construcción, este porcentaje se eleva al 34%. (1)

¿Y qué podemos hacer al respecto? Cada vez contamos con más evidencia científica que resalta el potencial de reducción de emisiones de carbono que existe en el rubro de la construcción, y su posibilidad de contribuir a la mitigación del cambio climático (8), desempeñando un papel clave en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además de esto, tiene el potencial de generar un impacto positivo en la salud de las personas al mejorar tanto la calidad del aire interior, como el confort térmico. Por otro lado, un enfoque global para la descarbonización de la construcción podría tener efectos económicos significativos, aumentando la productividad laboral, generando más puestos de trabajo, y sobre todo, garantizando  tanto el suministro como el acceso de energía a cada vez más personas (8). Esto significa que, desde una perspectiva macroeconómica, los resultados alcanzados por la descarbonización de los edificios lograrían reducir los costos iniciales de las medidas de mitigación adoptadas.

Estamos mal pero… ¿vamos bien?

El Global Buildings Climate Tracker (GBCT) es un índice que monitorea el progreso en la descarbonización del sector de la construcción desde el año 2015. La medición de 2022 revela una brecha preocupante entre el estado actual y la ruta deseada de descarbonización. De hecho, las observaciones muestran que, a nivel mundial, la descarbonización del parque edificado carece de un progreso significativo.

Fuente: Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.

Si bien la eficiencia energética por metro cuadrado mejoró en un 3.5% de 2021 a 2022, gracias a la implementación de mejores códigos de construcción y un uso más eficiente de los materiales, todavía existe un número significativo de países que carecen de regulaciones energéticas para la construcción. (1)

Fuente: Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.

Si algo es seguro, es que para cumplir con el objetivo de descarbonización para 2050, y avanzar hacia un futuro sostenible, es fundamental adoptar medidas concretas. En este contexto, el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) de este año, establece objetivos específicos para el sector de la construcción. Por un lado, reducir las emisiones de CO2 y la intensidad energética. Por otro lado, aumentar la incorporación de energías renovables y la inversión en eficiencia energética. Y finalmente,  promover la implementación de códigos de edificación que cumplan con los principios de emisiones cero.

¡Oh mirá, un panel solar!
En esta búsqueda de estrategias sostenibles para la construcción, tendemos a creer que incorporar energías renovables en un edificio (o sumar cierta cantidad de plantas en los balcones) lo convierte en un emblema de sostenibilidad. ¿Pero esto es así? Si bien los paneles solares son una excelente herramienta para la generación de energía limpia y renovable, la sostenibilidad abarca un espectro mucho más amplio de prácticas y enfoques. Seamos claros: la casa más sustentable no es la que tiene mayor cantidad de paneles solares en su terraza, sino la que menos paneles necesita, para cubrir el total de sus necesidades energéticas. Por otro lado, la construcción sostenible no se limita únicamente a la eficiencia energética y las fuentes de energía renovable, sino que debe ser abordada desde una perspectiva holística, priorizando el bienestar humano, la preservación del medio ambiente y el crecimiento económico a largo plazo. Esto implica la gestión responsable de los recursos naturales, la reducción de la contaminación y la promoción de la equidad social y económica, entre otros aspectos.

¿Y cómo aborda la sostenibilidad estos conceptos de equidad social y económica? A finales de la década del 90, la ONG francesa négaWatt introdujo el marco SER (Sufficiency, Efficiency, Renewables) que aboga por una transición energética descarbonizada.

Suficiencia: reducir el consumo de energía a niveles que sean sostenibles y equitativos.
Eficiencia: maximizar el rendimiento y la eficiencia en el uso de la energía.
Renovables: reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

El concepto más innovador de estos tres es el de suficiencia, que va más allá de las soluciones técnicas habituales y se enfoca en la conciencia social global. Su objetivo es alcanzar un nivel de consumo y uso de recursos que satisfaga las necesidades humanas básicas de manera equitativa y sostenible, dentro de los límites planetarios, promoviendo así un nivel de vida digno para todos sin comprometer las futuras generaciones. La suficiencia implica un cambio fundamental en nuestra percepción y uso de los recursos, fomentando un consumo más consciente y equitativo. Al trascender lo puramente técnico, nos invita a reconsiderar nuestros hábitos y valores en relación con la energía y el  ambiente, lo que puede tener un impacto transformador en la sociedad y en la sostenibilidad a largo plazo. ¿Y cómo podemos implementar la suficiencia en la construcción? Aprovechando mejor los edificios existentes, fomentando las viviendas multifamiliares y ajustando el tamaño de los edificios según las necesidades de los hogares. 

Pero entonces, ¿Es posible construir y habitar de manera sostenible sin comprometer nuestro nivel de vida? ¿Es posible pensar en la sostenibilidad en un contexto de crecimiento demográfico continuo? ¿Qué papel debería cumplir el sector de la construcción en la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente?

Mitigación y Construcción: ¡tenemos un match!

Las medidas de mitigación en los edificios (es decir, de reducción de emisiones) son variadas e incluyen mejoras en componentes como la envolvente y los materiales, así como la optimización de sistemas como la calefacción y la refrigeración. Sin embargo, el enfoque más importante es el diseño bioclimático, que implica diseñar edificios teniendo en cuenta el clima y las condiciones ambientales locales para garantizar un confort interior óptimo y reducir al máximo el consumo de energía. Esto se logra mediante estrategias de arquitectura pasiva, como la adecuada orientación del edificio, el uso de materiales térmicamente eficientes, la ventilación cruzada, la iluminación natural y la regulación de la radiación solar.

«La arquitectura existe gracias al hecho de que la naturaleza rara vez proporciona las condiciones de temperatura fisiológica necesarias […] La arquitectura es, por lo tanto, el arte de construir un entorno climático cercano a la condición homeotérmica del ser humano.”

Climatic Architecture – Philippe Rahm (Traducción propia).

Fuente: ArchDaily, Arquitectura bioclimática en Latinoamérica: Técnicas naturales para economizar energía.

El diseño bioclimático y las estrategias pasivas para la calefacción, refrigeración e iluminación natural pueden reducir enormemente el impacto climático de los edificios y evitar la necesidad de refrigeración en países en desarrollo.

¿Pero es esto algo nuevo? Lejos de serlo, la arquitectura vernácula, es decir, la arquitectura nativa de cada región, constituye un buen ejemplo de arquitectura bioclimática. En los Valles Calchaquíes, por ejemplo, en el Noroeste Argentino, la arquitectura tradicional se adapta al clima local a través de grandes galerías que sirven como áreas comunes y protegen del sol directo. Además, las ventanas pequeñas y los techos altos ayudan a mantener frescas las casas durante los días calurosos y a retener el calor durante las noches frías. Los materiales de construcción, como el adobe y la piedra, ofrecen una gran inercia térmica, lo que significa que absorben y retienen el calor durante el día y lo liberan lentamente durante la noche, proporcionando así un ambiente más confortable en el interior de las viviendas.

Desafortunadamente, la influencia de la industrialización, las nuevas tecnologías, el rápido crecimiento urbano y la priorización de la estética sobre la funcionalidad nos fueron distanciando de esta arquitectura, que ante los desafíos que presenta el cambio climático, surge nuevamente como el camino a seguir en la búsqueda de prácticas constructivas sostenibles y respetuosas con el medioambiente.

Fuente: Revista Teks del Sud, Valle Calchaquí (nota de divulgación) – Arq. Orlando Julio Vilariño

Partiendo de esta base, las estrategias de mitigación del sector de la construcción incluyen, además, el diseño adecuado de la envolvente del edificio, la adopción de sistemas y equipos más eficientes en términos de energía, la integración de fuentes de energía renovable, el uso de materiales de bajo impacto ambiental y la promoción de prácticas de economía circular para minimizar el desperdicio y maximizar la reutilización de recursos. A la vez, es clave implementar políticas basadas en el marco SER para maximizar el potencial de mitigación del inventario global de edificios.

Es por esto que los códigos de construcción juegan un papel fundamental en la reducción de emisiones, y es crucial que incluyan estos requisitos para alcanzar los objetivos propuestos. La falta de ambición en estas políticas podría resultar en una prolongada emisión de carbono por parte de los edificios, ya que su durabilidad puede extenderse por décadas, o incluso siglos.

¿Pero es suficiente centrarse únicamente en el diseño de edificios más eficientes? La respuesta es no. Además de la eficiencia, los edificios deben ser resistentes y resilientes ante los cada vez más frecuentes eventos climáticos extremos asociados al cambio climático, para garantizar su durabilidad a lo largo del tiempo y, al mismo tiempo, asegurar el confort y la seguridad de las personas que los ocupan.

“La adaptabilidad es la clave del éxito…” diría Charles Darwin

Los edificios, al ser inversiones a largo plazo, están diseñados para funcionar en diferentes condiciones climáticas durante un largo período de tiempo. Esta larga vida útil significa que estarán expuestos a futuros cambios climáticos, lo que necesitará la adopción de medidas de adaptación. Con el aumento de las temperaturas globales, los edificios deben adaptarse a eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes, como las olas de calor, las tormentas, las inundaciones y los incendios forestales. El cambio climático también puede afectar el rendimiento, la durabilidad y la seguridad de los edificios mediante cambios en la temperatura, humedad, viento y concentraciones de cloruro y CO2 (8).

Los edificios existentes enfrentarán un mayor riesgo de sobrecalentamiento a medida que las temperaturas globales continúen aumentando a lo largo de este siglo, especialmente los edificios de alta densidad, edificios con poca ventilación y edificios con grandes superficies acristaladas. Esto puede conducir a mayores demandas de sistemas de refrigeración, aumentando el riesgo de fallas e interrupciones en las redes de suministro. Por otro lado, el aumento de vientos fuertes y tormentas en muchas regiones también requerirá la mejora de los materiales y sistemas de construcción para resistir tales eventos. Esto supone un desafío en economías emergentes y de bajos ingresos, donde la falta de fondos y las técnicas de construcción informales dificultan la construcción de edificios altamente resistentes. El aumento del nivel del mar, los huracanes y las inundaciones también presentan grandes desafíos para los entornos urbanos en los próximos años. Las ciudades costeras, por ejemplo, son muy vulnerables al cambio climático, ya que los edificios situados en zonas propensas a inundaciones corren el riesgo de la intrusión de agua, que puede comprometer los cimientos, las estructuras y los sistemas eléctricos. Sumado a esto, los cambios en la formación de las nubes pueden afectar la irradiación solar global y, por lo tanto, la producción de energía renovable mediante paneles solares. Como si esto fuera poco, la eficiencia de estos paneles y sus componentes eléctricos disminuye con temperaturas más altas. (8)

¿Qué queremos decir con todo esto? Que las malas prácticas en la construcción pueden contribuir a un aumento en el consumo de energía y las emisiones de GEI. En otras palabras, construir un edificio sin tener en cuenta el clima local, sin enfocarse en la eficiencia energética y sin considerar los cambios climáticos futuros, es como salir a caminar un día lluvioso sin paraguas: seguramente te vas a mojar.

Es por esto que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) destaca la necesidad de fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación tanto en el diseño de los edificios como en la elección de los materiales de construcción, y con el fin de enfrentar estos impactos climáticos de manera efectiva (8). Para lograrlo, es necesario actualizar los códigos de construcción para que regulen y fomenten prácticas más sostenibles e incorporen proyecciones sobre el calentamiento futuro y los eventos climáticos extremos.

Fuente: Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.

¿Y cuáles son las proyecciones para el crecimiento de la construcción a nivel global? ¿Qué desafíos y oportunidades presenta el aumento de la construcción de edificios en diferentes regiones del mundo? ¿Cómo podemos abordar los desafíos relacionados con la eficiencia energética y las emisiones de carbono?

Eficiencia o Colapso, esa es la cuestión…

Desde 2010, el área total de construcción de edificios a nivel mundial ha experimentado un crecimiento significativo, aumentando en más del 31% y alcanzando poco más de 250 mil millones de metros cuadrados (IEA 2023a). De este total, aproximadamente el 80% corresponde a construcciones residenciales (IEA et al. 2023). Si bien el aumento en la superficie construida está generando una mayor demanda energética en el sector, las mejoras en la eficiencia energética están compensando este aumento. (1)

Para el año 2030, se espera un incremento del 15% de la superficie construida (IEA 2023a), lo que representará aproximadamente 40 mil millones de metros cuadrados adicionales (1). Se estima que más del 50% de este aumento se concentrará en regiones con climas cálidos, donde la demanda energética para refrigeración está en aumento y donde carecen de códigos de edificación que regulen los consumos de energía (IEA et al. 2023). Esto implica un riesgo de que las mejoras en la eficiencia energética en climas fríos sean contrarrestadas por una construcción menos eficiente en climas más cálidos. Además, podría haber un aumento adicional en las emisiones de carbono si las redes eléctricas de esas economías no están acelerando la tasa de generación de energía renovable. Por otro lado, las regiones del mundo que experimentan un crecimiento en la actividad constructiva, pero tienen un acceso limitado o escaso uso de materiales de bajo impacto ambiental, enfrentan el riesgo de generar emisiones elevadas tanto de carbono incorporado como operativo durante mucho tiempo.

Por otro lado, el crecimiento del consumo energético para refrigeración, que experimentó un gran aumento desde 1990, viene ejerciendo presión sobre las redes eléctricas y exacerbando las islas de calor urbanas. Esta demanda energética mantuvo un crecimiento anual del 4% desde el 2.000, y se proyecta un aumento del 40% para el 2.030 si no se implementan soluciones efectivas (1). Y esto, a pesar de que muchas personas aún carecen de acceso a sistemas de refrigeración asequibles y sostenibles, lo que conlleva riesgos para la salud y la productividad laboral. Es fundamental considerar alternativas de mitigación a través de enfoques pasivos, que pueden aumentar la resiliencia a los impactos del cambio climático en el confort térmico y reducir las necesidades de refrigeración activa.

Aunque varios países del mundo están avanzando en la descarbonización de la construcción mediante políticas y compromisos, no se observan grandes avances. Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) son los compromisos asumidos por los países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y que deben llevar a cabo para intensificar sus acciones contra el cambio climático. Estas son establecidas en función de sus circunstancias nacionales y sus respectivas capacidades. Si bien se solicita a los países que actualicen y refuercen sus compromisos de NDC cada cinco años, la participación en el proceso varía considerablemente. En general, ha habido un aumento muy limitado en el detalle de las acciones en edificaciones (y una referencia clara a la medición de los logros buscados), con solo 11 de las 48 presentaciones aumentando el nivel de cobertura de edificaciones en comparación con las presentaciones anteriores (1).

Fuente: United Nations Environment Programme, 2024. Beyond foundations: Mainstreaming 

En el ámbito de la construcción sostenible, se destacan varios niveles de eficiencia energética. En primer lugar, están los edificios energéticamente eficientes, que logran importantes ahorros de energía mediante sistemas de construcción eficientes y sistemas optimizados de calefacción, refrigeración, iluminación y otros servicios. Luego, encontramos los Edificios de Consumo Energético Casi Nulo, que incorporan fuentes de energía renovable y generan casi la misma cantidad de energía que consumen localmente. Avanzando en este camino, llegamos a los Edificios de Consumo Energético Nulo, que satisfacen por completo sus necesidades energéticas con fuentes renovables. Y por encima de este estándar, están los Edificios de Energía Positiva, que generan más energía renovable de la que consumen y pueden contribuir con el excedente a la red para su uso externo. Finalmente, el máximo emblema de sostenibilidad lo representan los edificios que mantienen emisiones netas cero durante todo su ciclo de vida, es decir, que mantienen un equilibrio neutro de carbono, asegurando que las emisiones asociadas a sus materiales de construcción sean nulas, ya sea mediante la descarbonización o compensaciones.

Estos estándares son aplicables en todas las zonas climáticas relevantes del mundo y pueden ser implementados tanto en la construcción de nuevos edificios como en la rehabilitación de los existentes. Cada clima, forma y orientación requiere diseños de envolvente y tecnologías específicas, que pueden resultar en una reducción significativa, entre el 75% y el 95%, en la demanda anual de calefacción y refrigeración en comparación con los valores convencionales (8).

La reducción de las emisiones de GEI en la producción de materiales también desempeña un papel crucial en la disminución de las emisiones incorporadas en general. A medida que disminuye la demanda de energía en los edificios, el papel de la energía y el carbono incorporados en los materiales de construcción se vuelve aún más relevante. Si bien la construcción tradicional suele asociarse con estructuras de hormigón, ladrillo y acero, es fundamental considerar otras formas de construcción, como la construcción con madera, tierra y bambú, para fomentar prácticas de construcción más sostenibles y con menor impacto ambiental.

Polideportivo Turó de la Peira – Estructura en paneles prefabricados de madera laminada. 
Anna Noguera + Javier Fernandez
Cité Nollez – Estructura de madera y tierra cruda. 
Déchelette Architecture. Fuente: https://www.dechelette-architecture.com/
Pabellón de Deportes de Bambú para la Escuela Internacional Panyaden.
Chiangmai Life Construction. Fuente: Archdaily

One thing led to another…

Más allá de su impacto directo en la reducción del consumo de energía y/o emisiones de GEI, muchos investigadores reconocen que las medidas de mitigación en los edificios pueden tener un valor social y económico sustancial. Tanto en países desarrollados como en desarrollo, estas acciones generan una serie de impactos en la economía, la sociedad y los usuarios, que abarcan varios aspectos, como beneficios para la salud, ambientales, una mejor gestión de recursos, bienestar social, así como efectos microeconómicos y macroeconómicos, e implicaciones para la seguridad energética. La implementación efectiva de estas acciones tiene un gran potencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, y sus impactos van más allá del objetivo de acción climática (ODS 13), contribuyendo a una variedad de otros ODS. (8)

¿Y qué pasa con las certificaciones energéticas? ¿Tienen un impacto real en el camino hacia la descarbonización del sector?

En su informe “Global Policy Principles for a Sustainable Built Environment”, el Consejo Mundial de Edificación Sostenible (WorldGBC) reconoció el papel de los estándares y certificaciones voluntarias en la construcción sostenible como herramientas políticas para reducir las emisiones de carbono, tanto operativas como incorporadas, en el ciclo de vida de los edificios, y para priorizar la renovación de edificios. A nivel mundial, existen más de 60 sistemas de certificación, pero la falta de disponibilidad y transparencia en los datos publicados por estas entidades sigue siendo un obstáculo.

Estas certificaciones son múltiples debido a diferentes enfoques y criterios de evaluación, adaptación a contextos regionales específicos, una variedad de objetivos que van desde la eficiencia energética hasta la salud de los ocupantes, y la promoción de la innovación y mejora continua en el diseño y la construcción sostenible.

En nuestro país, la certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) es la que cobró mayor relevancia, otorgando reconocimiento a los edificios que cumplen con los estándares de sostenibilidad establecidos por el U.S. Green Building Council (USGBC). Este sistema de certificación internacional evalúa la eficiencia energética, el aprovechamiento del agua, la selección de materiales y la calidad ambiental interior de los edificios. Un ejemplo de esta certificación es la nueva sede en la ciudad de Tandil de la empresa argentina de software Globant, que el año 2023 consiguió la certificación LEED Premium con la mayor puntuación alcanzada en el país.Existen también certificaciones más enfocadas en criterios de salud y bienestar, como el sello WELL Building Standard, ofrecido por el International WELL Building Institute, que se orienta a la transformación de edificios y comunidades con un enfoque holístico para el bienestar y la construcción saludable. Otro ejemplo es el International Living Future Institute (ILFI), una organización sin fines de lucro dedicada a promover la sostenibilidad y la regeneración en el diseño y la construcción de edificios y comunidades. Fundada en 2006, el ILFI es conocido por su iniciativa «Living Building Challenge», que establece estándares para edificios que son autosuficientes en términos de energía y agua, y que están diseñados para tener un impacto positivo en el medio ambiente y la salud humana. Además de su enfoque en la construcción y el diseño sostenible, el ILFI trabaja para promover la justicia social, la equidad y la diversidad en el campo de la construcción y el urbanismo. Su misión es crear un futuro donde la humanidad y el medio ambiente prosperen juntos.

¿Y ahora qué?

La urgencia de tomar medidas para lograr la descarbonización del sector de la construcción es innegable. La construcción y operación de los edificios contribuyen de manera considerable al consumo de energía y a las emisiones de carbono, lo que aumenta la presión sobre los recursos naturales y acelera el calentamiento global. El Informe de la UNEP revela que el sector mundial de edificaciones y construcción no está en línea con los objetivos del Acuerdo de París para lograr un parque edificado eficiente, resiliente y con emisiones netas cero para 2050 (1). Hoy, más que nunca, es fundamental abordar la descarbonización del sector para mitigar el cambio climático, reducir la contaminación ambiental, promover la sostenibilidad a largo plazo y garantizar el acceso universal a la energía.

El período entre 2020 y 2030 es crucial para la descarbonización del sector (8). Aunque gran parte del parque edificado global aún está por construirse, esto ofrece un potencial significativo para reducir las emisiones mediante la implementación de códigos de construcción energéticamente exigentes. En los llamados “países en desarrollo”, donde la necesidad de construcción es mayor y la tasa de reemplazo de edificios es alta, la falta de regulaciones adecuadas en materia de eficiencia energética es preocupante, ya que puede conducir a la proliferación de edificios poco eficientes y vulnerables a desastres naturales. Es por esto que necesitamos una colaboración entre diferentes niveles de gobierno y la implementación de políticas integradas para lograr estos objetivos, donde los subsidios y subvenciones pueden ser herramientas financieras útiles cuando las inversiones no pueden ser respaldadas completamente por el mercado. Por otro lado, si bien se espera que los costos de muchas tecnologías relevantes en la construcción de edificios de alto rendimiento energético disminuyan significativamente, algunas investigaciones destacan que la rentabilidad no depende únicamente de la reducción de los costos de las tecnologías, sino que es igualmente importante poseer el conocimiento y las habilidades necesarias para seleccionar, combinar, secuenciar y sincronizar estas tecnologías de manera óptima para aprovechar al máximo su interdependencia, y generar sinergia (8).

En su último informe, la UNEP propone recomendaciones específicas para abordar este desafío. Por un lado, se insta a los responsables de políticas a desarrollar hojas de ruta de acción climática, fortalecer los códigos de energía de los edificios y reducir el carbono incorporado en el sector. A la vez, se alienta a las organizaciones privadas a adoptar medidas climáticas, invertir en edificaciones energéticamente eficientes y promover la modernización de alto rendimiento. Finalmente, se anima a los investigadores y ONGs a apoyar el desarrollo de evidencia, crear conciencia sobre la descarbonización de edificios y colaborar con otros sectores interdependientes (1).

Impulsar un futuro con emisiones de carbono reducidas en el sector de la construcción, implica adoptar un enfoque integral que combine conocimientos técnicos y nuevas tecnologías con cambios sistémicos en la forma en que se conciben, se regulan y se construyen los proyectos arquitectónicos.

¿Cómo buscar soluciones que no solo sean sostenibles, sino que también promuevan la salud y el bienestar en su sentido más amplio? Principalmente explorando nuevas formas de integrar la biodiversidad en nuestras ciudades, adoptando un enfoque holístico que fomente la justicia social, la equidad y la diversidad en todos los aspectos de la construcción y el urbanismo, para crear comunidades más resilientes y respetuosas con la naturaleza. En este sentido es clave unir esfuerzos para impulsar la innovación y la investigación de soluciones basadas en la naturaleza (SbN) que consideren la conservación de los recursos naturales y los ecosistemas, y se apoyen en el diseño biofílico.

Pero suficiente información por hoy ¿verdad? Esto te lo contamos en el próximo artículo.

Por  Sofia Cesanelli
Revisión: Gonzalo Cemborain; Paulina Fantini
Ilustración: @bsierralacosta

Fuentes:

  1. United Nations Environment Programme, 2024. Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.
  2. Ecological Footprint Global Footprint Network
  3. International Energy Agency (IEA), 2023. World Energy Outlook 2023.
  4. Global Policy Principles for a Sustainable Built Environment
  5. The Water Research Foundation, 2023. Greenhouse Gas Emissions in the Water Sector.
  6. World Green Building Council, 2023. Circular Built Environment Playbook.
  7. International Energy Agency (IEA), 2023. World Energy Outlook 2022.
  8. Cabeza, L. F., Q. Bai, P. Bertoldi, J.M. Kihila, A.F.P. Lucena, É. Mata, S. Mirasgedis, A. Novikova, Y. Saheb, 2022: Buildings. In IPCC, 2022: Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change.
  9. Philippe Rahm, 2023. Climatic Architecture.

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