Ilustración por @victoriaherbas
Por Gonzalo Cemborain
Tiempo de lectura: 16 minutos.
Infusión sugerida: cafecito de algarroba.
Introducción
En “Los verdes que faltan» (I y II), nos enfocamos en la importancia de los espacios verdes urbanos (EVU) como lugares que favorecen nuestro bienestar físico, mejoran la salud mental y fortalecen vínculos sociales. A la vez mejoran la calidad ambiental de las ciudades, reduciendo el efecto de Isla de Calor Urbana, filtrando las precipitaciones y reduciendo la contaminación ambiental y acústica. Nos enfocamos en la cantidad y accesibilidad de los EVU. Sin embargo, no profundizamos en la dinámica y estructura que se da dentro de ellos. Nos encontramos dentro de una gama de colores acotada cuando hablamos de los espacios “verdes”. Entonces nos surge la duda ¿Cualquier verde es lo mismo? No queremos adelantarte la respuesta, solo decirte que en este artículo vamos a introducirnos de lleno en el mundo de las especies nativas.
A nuestras ciudades les falta diversidad
Las ciudades sufren una tendencia hacia la homogeneización biótica1. Dicho mas sencillo, una tendencia a la pérdida de diversidad de especies debido al aumento de la impermeabilización del suelo, la esterilización del mismo y la construcción de barreras ambientales. Además, se suma el reemplazo de las especies de flora y fauna regionales por unas pocas especies generalistas, de amplia distribución y traidas de otras partes del mundo. Esta disminución de la diversidad biológica produce un deterioro del sistema ecológico que redunda en una mayor pérdida de biodiversidad2. Pero, ¿Por qué deberia importarnos mantener o recuperar la biodiversidad en las ciudades?
La biodiversidad es la variabilidad entre organismos vivos dentro de un medio y las interacciones entre ellos y su entorno. Como mencionamos en este artículo, la biodiversidad viene de la mano con la resiliencia: «A mayor biodiversidad, un ecosistema se vuelve más resistente e incrementa su capacidad de recuperación, por lo tanto, es más resiliente». Nuestras ciudades no escapan a esa lógica, son socioecosistemas, que si bien estan dentro de un espacio completamente modificado, siguen dependiendo del sistema natural. Al aumentar la biodiversidad en parques y espacios verdes, se promueve su función como áreas verdes conectadas, permitiendo que diversas especies animales se desplacen, encuentren alimento y refugio. De esta manera, se establecen conexiones de diversidad entre parques, áreas protegidas y otros entornos naturales3.
Lamentablemente, en las grandes ciudades —por razones estéticas, ornamentales o culturales— se suelen plantar unas pocas especies, generalmente de otras partes del mundo. Aunque algunas de ellas pueden tener una mayor tolerancia a las condiciones urbanas14, esta práctica limita las posibilidades de formar ciudades y barrios con una diversidad biológica más rica, una mayor resiliencia y una identidad propia distintiva. Como consecuencia, los posibles beneficios ecosistémicos de ciudades más verdes se ven mermados. Ahora bien, ¿qué acciones se pueden emprender? ¿Cómo fomentamos la diversidad biológica en nuestros entornos urbanos?
Nuestras heroínas en este lío
Una vez que entendemos por qué la pérdida de biodiversidad es un problema para la salud de los ecosistemas y nuestras ciudades, es momento de presentar el concepto protagonista de este artículo: el de plantas nativas. ¿Qué son exactamente las plantas nativas, autóctonas o indígenas? Son aquellas que crecen dentro de sus centros de dispersión natural, es decir, en un sitio geográfico determinado antes de cualquier influencia humana4. Este sitio puede ser una ecorregión, un ecosistema o varios. Aca tenemos otro concepto importante: ¿qué es exactamente una ecorregión?
Las ecorregiones son territorios geográficamente definidos que presentan condiciones ambientales similares o recurrentes, y donde comunidades naturales o seminaturales comparten especies y dinámicas ecológicas, lo que produce una interacción «ecológica» entre lo biótico (seres vivos) y lo abiótico (humedad, luz solar, etc.) que asegura su mantenimiento a largo plazo5. En Argentina, contamos con 18 ecorregiones a lo largo y ancho del país, lo que implica una gran biodiversidad. Aunque en este artículo nos enfocamos en las ecorregiones, los estudios de regionalización de ambientes naturales son muy variados6, difieren entre autores y dependen de la escala y de aquello que se pretende destacar (hay mapas que dividen por Regiones fitogeográficas, biomas, reinos biogeográficos o ecozonas y un largo etc).
En contraposición a las plantas nativas, existen las plantas exóticas o introducidas, las cuales se encuentran fuera de su lugar de origen debido a la acción humana, ya sea de manera intencional o accidental. ¿Te acordas de los Gremlins? esos monstruitos inofensivos o incluso lindos a primera vista, pero un poco de agua y de repente… pum! tenias una plaga descontrolada haciendo estragos. Algunas plantas exoticas se comportan igual, al tener la capacidad de reproducirse rápidamente y competir con las especies nativas por recursos como el espacio y los alimentos, pasan de inocentes y bellas a ser Gremlins o, mejor dicho, plantas exóticas invasoras, desplazando a las especies autóctonas y alterando la dinámica del ecosistema. En muchas regiones metropolitanas, estas especies exóticas han formado neocomunidades y se han vuelto dominantes, lo que genera una pérdida significativa de biodiversidad.
Entre plantas rebeldes y hogareñas
Antes de continuar, una aclaración: ¿Es correcto decir que determinada planta es nativa de un país o provincia específica? Es importante comprender que las plantas no entienden de límites políticos, por lo tanto, una planta procedente de la ecorregión de las yungas puede ser tan exótica en suelos rioplatenses como un fresno americano. Las plantas nativas comparten territorio desde hace miles de años, creciendo naturalmente en un determinado territorio adaptadas a su suelo, clima y co-evolucionando con las demás especies. Una planta exótica (dependiendo de sus características particulares y condiciones del lugar) puede adaptarse mejor o peor que en su ambiente autóctono, pero eso no la convierte en nativa.
También es importante destacar que en las ecorregiones no hay límites exactos y definidos sino que se entremezclan formando lo que los científicos llaman ecotonos15. Por lo tanto, algunas plantas pueden desarrollarse en estas zonas de transición, como el lapacho rosado (Tabebuia impetiginosa), que se distribuye en la ecorregión de las yungas y en las zonas de transición al bosque chaqueño. Pero tambien hay plantas nativas que abarcan varias ecorregiones, como el aliso del río (Tessaria integrifolia), cuya distribución es amplia en Sudamérica y en Argentina crece desde Jujuy hasta Buenos Aires. También existen especies endémicas, plantas que crecen de manera natural solo en áreas geográficas específicas. Al desarrollarse en territorios limitados o incluso en regiones muy pequeñas, estas especies son extremadamente vulnerables a la modificación de sus ecosistemas. La siguiente imagen de @unidosxlafloranativa lo explica muy bien
«¡Qué árboles! … todos completamente nuevos para nosotros. Bonpland sigue diciéndome que se volverá loco si las maravillas no cesan pronto.»
Después de su viaje por América Latina, el explorador alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) quedó profundamente impresionado por la diversidad natural y cultural de estos territorios. A su regreso a Europa, decidió compartir en artículos y revistas parte de sus observaciones, presentando al mundo natural como un reflejo de la identidad sudamericana, un continente fuerte, vigoroso y hermoso, logrando inspirar a figuras destacadas como Simón Bolívar12. Lamentablemente, esta valorización de la naturaleza local no se tuvo en cuenta en la planificación de parques y espacios verdes durante los siglos XIX y XX. La biodiversidad autóctona perdió la batalla ante las ideas culturales que favorecían la imitación de la cultura, arquitectura e incluso la naturaleza europea. Hasta el día de hoy, gran parte de la flora nativa sigue siendo olvidada, menospreciada o considerada como «maleza».
Comprender el valor de las plantas nativas es fundamental si nos importa preservar la biodiversidad. Un estudio realizado en 2017 elaboró una lista de todas las especies de plantas vasculares (es decir, con raíz, tallo y hojas) conocidas en América, que ascienden a 124.993 especies, es decir, el 33% del total conocido a nivel mundial8. Este estudio reveló que el 70% de las especies en el continente tienen una distribución restringida a un solo país o región delimitada en la investigación. Por ejemplo en la región del Cono Sur (Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay), se descubrió que el 45% de las especies son endémicas, lo que significa que han desarrollado vínculos y dependencias únicas en ese lugar. ¿Como proteger esta biodiversidad tan singular? en primer lugar frenando la destrucción de los ecosistemas naturales y luego combatiendo la homogeneización del paisaje a través de la promoción y el mantenimiento de plantas nativas.
Un problema de competencia desleal
Abordemos el problema de las especies exóticas invasoras a través de una pregunta: ¿cuál es el inconveniente de que una planta logre adaptarse y prosperar incluso mejor que en su lugar de origen? Para explicarlo recurrimos a una analogía deportiva: imaginemos que llevamos a un nadador a competir en una carrera de ciclismo. Probablemente no tenga éxito por el simple motivo de que no está preparado para tal disciplina. Del mismo modo, muchas plantas no logran adaptarse a diferentes ambientes y terminan requiriendo cuidados y costos extras por parte de las personas para sobrevivir. Sin embargo, el problema de las plantas exóticas invasoras surge cuando estas especies encuentran en un nuevo ambiente condiciones demasiado favorables y diferentes a las de su lugar de origen. Es como si ahora en vez de llevar un nadador, optamos por un motociclista para la misma carrera de ciclismo. No solo las reglas cambian, sino que la preparación es distinta para una competencia de naturaleza completamente diferente.
Algunas de las especies introducidas por la mano humana encuentran en nuevos ambientes condiciones muy favorables para su desarrollo: climas más benignos, suelos más ricos y/o ausencia de controladores naturales (insectos, herbívoros, entre otros). Libres de las cadenas de la competencia de su ambiente originario, pero también alejadas de las relaciones cooperativas que supo cultivar con las especias que interactuaba producto de evolucionar en conjunto. Casi como si la soledad las hubiese hecho más ambiciosas (perdón por el antropomorfismo).
La evolución las cría y el ecosistema las amontona: El valor de la cooperación entre especies
Ya sabemos que la constante urbanización y el aumento de la flora exótica provocan la fragmentación de hábitats naturales y pérdida de biodiversidad. ¿En qué consecuencias se traduce esto? En la desaparición de especies que solían habitar esos espacios. Las mariposas son un ejemplo claro. Durante su etapa de oruga, muchas de ellas se alimentan exclusivamente de una o un pequeño grupo de plantas. Estas plantas son conocidas como sus plantas hospederas o nutricias16. La mariposa zafiro del talar (Doxocopa laurentia), por ejemplo, se alimenta en mayor medida de las hojas del Tala (Celtis tala), una especie emblemática de las barrancas que dan al Río de la Plata y de la ecorregión del espinal. Este árbol también sirve de lugar de nidificación y alimento para numerosas aves, como el zorzal colorado o el hornero común, el ave nacional de Argentina. Sin embargo, los bosques de Talares, una de las pocas formaciones boscosas nativas de la provincia de Buenos Aires, han sufrido un fuerte retroceso en los últimos siglos debido a la deforestación y la urbanización.13.
Otro ejemplo es la oruga de la mariposa bandera argentina (Morpho Epistrophus Argentinus), que se alimenta principalmente de hojas de coronillo, ingá y yerba de bugre, especies que suelen encontrarse en bosques húmedos, selvas marginales y talares de barranca. Estos ecosistemas también han sufrido un marcado retroceso debido a la presión urbana y la agricultura, lo que ha reducido la cantidad de plantas hospederas disponibles para esta mariposa16.
En la medida que estas plantas desaparecen del paisaje urbano también lo hacen las mariposas que dependen de ellas para prosperar y así, lo que no se conoce no se llega a valorar.
La pérdida de ecosistemas y la plantación de especies exóticas no son problemas exclusivos de las grandes ciudades. Por ejemplo, en los bosques patagónicos el pehuén o araucaria (Araucaria araucana), árbol nativo de la región, se encuentra perjudicado por la expansión del pino murrayana, originario de Canadá y que fue introducido en la zona para la explotación forestal. Este pino exótico crece rápidamente, superando ampliamente a las especies autóctonas, y tiene una rápida dispersión de semillas. Además, produce una resina que impide el crecimiento de otras plantas debajo de él. Aunque estas características podrían ser ventajosas para su lugar de origen, desarrollando un balance con su entorno, al ser introducido en la Patagonia se interrumpe el equilibrio ecológico.
La pérdida de especies nativas también es la pérdida de interacciónes ecológicas, como la que se da en los bosques templados del sur de Chile. En las laderas de estos bosques el picaflor chico (Sephanoides sephanoides) construye sus nidos recolectando especialmente un musgo que tiene propiedades antimicrobianas. Pero el musgo específico que elige no se encuentra en grandes cantidades, por lo que la relación beneficia tanto al ave como al musgo en la dispersión de sus esporas a largas distancias. Los árboles nativos también juegan un papel importante en esta interacción, ya que a mayor antigüedad, mayores son las posibilidades de que tengan este musgo viviendo en su tronco y, a su vez, reciben el beneficio de ser polinizados. Este es un ejemplo de interacción críptica (porque pasa inadvertida) forjado en un vínculo de miles de años y en riesgo debido a la tala selectiva de árboles de gran antigüedad y el aumento de incendios intencionales.
En resumen, todas estas «historias de amor evolutivas» se ven amenazadas por la urbanización, la introducción de especies exóticas invasoras y los monocultivos forestales. Para conservar esta biodiversidad, medidas como la protección y restauración de los ecosistemas nativos a través de leyes de presupuestos mínimos y áreas protegidas pueden ayudar4. En el caso de las ciudades, una solución parcial es utilizar plantas nativas en parques y jardines. Esto requiere cambiar nuestra percepción de estas plantas y reconocer tanto su belleza como su importancia en la preservación de la biodiversidad local y sus ecosistemas. Es necesario cambiar los lentes con los que tradicionalmente observamos la flora local: ¿Cómo llegamos a considerarlas yuyos o malezas? ¿Por qué valoramos más las plantas traídas de Europa o Asia que las originarias? ¿Por qué en nuestro imaginario popular un agapanto es estéticamente superior a una pavonia rosada (Pavonia hastata) y una madreselva es una enredadera para nuestros jardines, mientras que un Mburucuyá (Passiflora caerulea) solo es considerado un yuyo que crece al costado de las vías del tren?*
Decolonizar el jardín a través de nativas
En el podcast “The botanical mind”, las autoras Ros Gray and Shela Sheikh destacan que, en un principio, la botánica tuvo un papel integral en la expansión imperial y se refieren a esta práctica como una botánica colonialista, caracterizada por un proceso de extracción de conocimientos locales, plantas autóctonas y mano de obra, así como la eliminación de saberes originarios9. El traslado y movimiento de ciertas plantas alrededor del mundo iba de la mano con el transporte de personas y seguía lógicas similares de apropiación para explotación. Se recolectaban plantas de diversas regiones con el fin de descubrir nuevas especies, las cuales luego eran llevadas, hibridadas y cultivadas en otras partes del mundo, implicando la destrucción de ecosistemas existentes y la importación de especies para su cultivo como monocultivos.
De este modo, la botánica científica intentó universalizar el sistema de comprensión de la vida. Al llevar una planta a una institución europea, se le asignaba un nombre en latín y, en el proceso, se extraía el conocimiento local asociado a esa planta y eliminaba su fuente de origen. Al reemplazar el nombre local, también desaparecía el contexto en el que la planta existía. Usemos como ejemplo de este proceso al querido ceibo, conocido científicamente como Erythrina crista-galli (cresta de gallo). A pesar de ser una especie bien conocida y declarada flor nacional (tanto en Argentina como Uruguay), pocos saben que los pueblos guaraníes la llamaban zuinandí o zuñandí10 y utilizaban el pigmento rojo intenso de sus flores para teñir los hilados que empleaban en sus telares. Este conocimiento ha sido subestimado y olvidado.
Así, hemos llegado a un proceso de desvalorización de la flora local en el que se priorizan monocultivos con fines económicos y plantas ornamentales de diversos orígenes, sin considerar su función en el ecosistema. Es común que muchas plantas nativas sean catalogadas como malezas o carezcan de reconocimiento estético, mientras que se da preferencia a especies invasoras que simplifican el paisaje. Este fenómeno encuentra su análogo en la tendencia hacia la homogeneización y falta de identidad propia en las ciudades, donde los espacios urbanos y estilos arquitectónicos se han vuelto cada vez más uniformes (nos pusimos un poco bajón, pero tranqui que mejora)
Particularmente en Argentina, durante fines del siglo XIX y comienzos del XX, se profundizó un proceso, de la mano de la clase gobernante tradicionalmente conocida como “la generación del 80” de imitación acrítica de modelos culturales y paisajes europeos que se consideraban más apropiados para un país moderno, sin reflexionar ni adaptarlos a la realidad local. Es crucial comprender que el paisaje no está desvinculado de los cambios culturales, y que aquellas decisiones en materia de diseño y elección de plantas impactaron directamente en la biodiversidad y la identidad de nuestro entorno.
Debido a lo mencionado es que, en su mayoría, los parques y plazas más antiguos de la región fueron diseñados y construidos con especies exóticas, que han sido naturalizadas, generando neoecosistemas. Sin embargo, el problema que plantean muchos ecólogos es que algunas de estas especies tienen una capacidad invasora que termina por reemplazar a las originarias, homogeneizando la vegetación y limitando de recursos a la fauna.* Desafortunadamente, esta práctica también se ha extendido al ámbito privado, donde los jardines se han convertido en una extensión de la cultura que imita modelos europeos, enfatizando en un césped perfecto y plantas ornamentales traídas de otras regiones del mundo. Hemos creado jardines que reducen la naturaleza a un instrumento a nuestro servicio, en vez de concebirlo como un fin en sí mismo, algo con lo que entramos en una relación de simbiosis. Nos imponemos de manera monológica y solo tenemos naturaleza sometida y un jardín escaso de riqueza y pluralidad11.
Todo parece angustia y dolor, pero dejemos el drama a un lado y preguntemos: ¿que se puede hacer? hay nuevos paradigmas que ponen el foco en la revalorización de los paisajes y la flora, fauna y funga autóctonas. Esto implica diseñar y planificar espacios verdes que integren, al menos en cierta medida o en áreas específicas, la reintroducción de especies nativas y la restauración de muestras de paisajes poco conservados7. Esta estrategia conlleva beneficios adicionales, como la reducción de los costos de mantenimiento y los insumos necesarios, la generación de propuestas acordes con el entorno local y sus condiciones, la conservación de especies y sus hábitats en un paisaje similar al original o de referencia, el fomento a la reintegración de especies, poblaciones o comunidades ausentes o poco representadas, y la creación de espacios para la reflexión y la educación7. La incorporación de muestras del paisaje y su vegetación autóctona en espacios públicos resulta esencial para dar a conocer y motivar a otras personas a apreciar las cualidades de las plantas regionales.
Entre los ejemplos de parques urbanos que aplican esta idea están el Parque Clemente y el Parque de Flora Nativa Benito Quinquela Martín en la Ciudad de Buenos Aires y el proyecto “El Bosque Nativo vuelve” en la ciudad de Córdoba. Otras opciones para visitar o realizar actividades de educación ambiental son el jardín de mariposas dentro del Jardín Botánico Carlos Thays, o la reserva “El Renacer de la Laguna” dentro de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Buenos Aires.
Estos proyectos no limitan las posibilidades de los espacios verdes, sino que los enriquecen y los hacen más cautivadores a través de una planificación participativa que considera diversos elementos del paisaje. Por ejemplo, incorporando cambios estacionales, como especies que cambian de color en otoño antes de perder sus hojas y floraciones en distintas estaciones. Asimismo, se puede implementar la señalización de especies destacadas, al estilo de los jardines botánicos o arboretums, para crear un recorrido educativo en un parque natural o temático o cultivar plantas que sean nutricias y atraigan aves, mariposas y otros animales locales para vincular la fauna autóctona con la vegetación y captar así la atención de diferentes públicos. Si al diseñar espacios públicos consideramos las texturas, colores y riqueza de vida que pueden tener, y que tanto escasea en las ciudades, entonces se vuelven mucho más preciados.
Cuidar un pedazo de naturaleza
La restauración no se limita únicamente a la conservación de grandes espacios, sino que abarca una amplia gama de escalas y contextos, desde pequeños jardines privados hasta extensas áreas naturales regionales. Muchos jardines diseñados con la intención de ser sostenibles y atractivos para la fauna local tienen el potencial de reintroducir elementos del paisaje original de la región, incluso un jardín privado de unos pocos metros cuadrados, poblado de plantas autóctonas, puede llenarse de mariposas que visitarán a todos los vecinos. Si bien los jardines son lugares adaptados a nuestra medida, espacios de naturaleza donde sentirnos seguros, son también lugares dinámicos donde ocurren cosas de manera espontánea11. Por esta razón, podríamos considerarlos refugios, ya sea en un pequeño trozo de tierra, una terraza, un balcón o incluso la vereda frente a nuestras casas. Al cuidar un pedazo de naturaleza, podemos interactuar con ella y buscar una reconciliación con nuestro entorno, estableciendo un diálogo continuo en el que comprendemos la relación simbiótica entre la naturaleza y nosotros. De esta manera, dejamos de imponernos unilateralmente sobre esos espacios, lo que a su vez nos ayuda a considerar y enriquecer la biodiversidad que los habita.
La biodiversidad es un intercambio constante de información. En los años 60, la emblemática escritora y urbanista Jane Jacobs escribió sobre «el ballet de las aceras», ese flujo de vidas que convertía a su barrio en un espacio lleno de vitalidad gracias a la complejidad de interacciones e intercambio de información entre sus habitantes. Al igual que los humanos, el resto de los seres vivos también son portadores y transmisores de información. Por lo tanto, una ciudad rica y compleja es un entorno denso en información, del mismo modo, la pérdida de la diversidad biológica, cultural y social empobrece la vitalidad de cualquier sistema urbano. Dentro de la ciudad, la sociedad construye su mundo social urbano, un bien común cultural y propio que puede ser degradado y banalizado. Del mismo modo el modelo de parquización que fragmenta el territorio destruyendo biodiversidad nativa y el paisajismo y los jardines privados con amplia distribución de especies exóticas e invasoras, producen la banalización y degradación de la flora y la fauna.
¿Somos conscientes de cuántos colores, melodías, fragancias y riqueza natural nos estamos perdiendo? ¿Somos capaces de comprender que un entorno con mayor biodiversidad afecta positivamente nuestra calidad de vida cotidiana? ¿De qué modo podemos hacer uso del arte, el diseño y la ciencia para generar un mayor interés de las personas por el mundo de las plantas nativas?
Para construir vínculos más plurales y biodiversos, debemos deconstruir ideas arraigadas. No todos los jardines que crecen libremente son desprolijos o sucios, y las plantas nativas no son solo yuyos o malas hierbas que hay que sacar para plantar malvones o rosas. Muchas tienen flores y formas hermosas, pero la belleza no está solo en las formas de la planta, sino en los vínculos cooperativos que supo generar, en los animales que atrae, en el intercambio de información que genera con su entorno y en las múltiples posibilidades que nos brinda para su apreciación.
Por Gonzalo Cemborain
Revisión: Franco Bernal
Ilustración: Vicky Herbas
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Referencias
- Mckinney, 2006. Citado en: Fundación Azara. (2022) Plantas nativas: Renaturalizando las ciudades
- Fernandez, L., Herrero, A,. Martin, I. (2010). La impronta del urbanismo privado.
- Castro, C (2021). Flora y fauna nativa de un Jardín Urbano
- Fundación Azara. (2022) Plantas nativas: Renaturalizando las ciudades
- SIB. (s/f). Ecorregiones de Argentina
- Matteucci, S. D., & Universidad de Buenos Aires (Eds.). (2012). Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos (Primera edición). Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, GEPAMA Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente, Universidad de Buenos Aires
- Chebez, J, C. (2012). Buenos Aires: La historia de su paisaje natural
- Ulloa, C., et al. (2017). An integrated assessment of the vascular plant species of the Americas.
- Gray, R., Sheik, S. (2021). The Botanical Mind: The coloniality of Planting
- Wais de Badgen, I (2011). La reserva ecológica Costanera sur
- Tafalla, M. (2019). Ecoanimal
- Wulf, A: (2017). La invención de la naturaleza: El Nuevo Mundo de Alexander von Humboldt
- Fundacion AZARA (2016). Resumenes de las jornadas por la conservacion de los talares bonaerenses.
- Archer de Carvalho, C, et al. (2022). Native or Exotic: A Bibliographical Review of the Debate on Ecological Science Methodologies: Valuable Lessons for Urban Green Space Design.
- Kark Salit (2013) Effects of Ecotones on Biodiversity. In: Levin S.A. (ed.) Encyclopedia of Biodiversity.
- Marquez, F & Freitas, J. (2021). Mariposas porteñas. Paisaje y biodiversidad urbana
* La frase de Von Humboldt es citada en Ulloa (2017)
*Acá va una opinión personal y es que, siempre hablando de entornos urbanos, no creo que haya que salir a demonizar árboles exoticos y mucho menos pensar en cortarlos. Salvo contadas excepciones, muchos de estos árboles cumplen una variedad de otros servicios ecosistémicos, son refugio de aves, otorgan una preciada sombra y placer estetico/visual entre otros. No creo que la manera de lograr generar aprecio por la biodiversidad, es decir la diversidad de vida, sea despreciando otras formas de vida. Creo que la comunicación correcta implica destacar como podría haber más riqueza de especies de la que hay y como, de esta maneria, tendríamos ambientes más saludables y bellos. Por lo tanto, siempre que sea posible, priorizar especies nativas a la hora de plantar o reemplazar árboles que hayan cumplido su ciclo
*También podríamos reconsiderar la connotación peyorativa de la palabra «yuyo», que tiene su origen en el quechua «yuyu», que significa «hortaliza». Lo que para nosotros es considerado una mala hierba en realidad puede ser un alimento.
Otros recursos (para que empieces a plantar)
- Fundación Azara. (2021). Cultivo de plantas autóctonas de la Argentina
- Imhof, L., Cáceres, N., Suarez, M., Hick, E, & otros. (2019). Manual de cultivo de plantas nativas y naturalizadas para espacios urbanos de bajo mantenimiento (región centro de Argentina)
- Guia para crear un jardín nativo urbano.
- Plantas nativas que atraen picaflores
- Jardín de mariposas en espacios urbanos.
- Catalogo de nombres comunes de la flora argentina
- Grupo Árboles Nativos. Indicaciones de siembra para nutricias de lepidópteros y algunas otras plantas nativas rioplatenses
- La Nación. Guia de plantas nativas
- Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires. (2022). Mariposas Bonaerenses
- Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. (2023). Plantemos Nativas. Guía básica para su diseño y plantación
- Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. (2023). Catálogo de Especies Nativas
- Plantemos Nativa. 18 especies del bosque andino-patagónico para tu jardín
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